En este blog se trata de SEGUIR PESCANDO a través del texto para mantenernos conectados con la pesca. Y el de promover diferentes acciones o actitudes para que podamos SEGUIR PESCANDO a través del tiempo.
Aquí encontré la forma de agrupar y compartir algunos textos publicados en diferentes medios donde tomé participación, con el solo interés de difundir mis experiencias y opiniones.
Espero continuar agregando notas que puedan tener interés en los lectores que quieran SEGUIR PESCANDO.

lunes, 7 de marzo de 2011

Minipesqueros

Fabio Baena - Publicado en Revista EcoCiencia y Naturaleza Nº17 - 2010
Dónde pescar en el litoral

En ríos como el Paraná y el Uruguay, de los que se desprenden centenares de afluentes con diferentes jerarquías, podemos incursionar con este arte tratando de develar entretenidos misterios. Incluso muchas veces el ancho del curso de agua no supera el largo de la caña. Imaginando ahora que las condiciones de ese hábitat permitan que ahí exista algún pez, y que además pudiéramos  engañarlo con un objeto artificial simulando su alimento; frente a esta situación, creo que nos encontramos con la verdadera esencia de la pesca con mosca. Es aquí donde se encuentra un sabor especial en este tipo de pesca, más aun si nosotros mismos producimos artesanalmente esos artificios, con nuestra imaginación y con objetos hasta a veces cotidianos. Si bien existen recetas preestablecidas a tales simulaciones, especialmente para la pesca de salmónidos, dentro de este arte llamado comúnmente como “atado de moscas”, siempre vamos a buscar lograr ese objeto distinto, que según nuestras investigaciones y conclusiones, funcione para engañar el pez que nos propusimos capturar.

Pensando nuevamente en los ambientes de pesca, ¿quién sabe cuántas veces nos cruzamos con un arroyo en el que siquiera imaginamos que hay peces, y mucho menos que podamos pescarlos con mosca?
 Así se presentan múltiples oportunidades que no sabemos distinguir, cuando generalmente estamos “a la pesca” de algún dato que en tal arroyo se pescan tales peces con ciertas moscas… Los “mosqueros” más inquietos y decididos, muchas veces invierten tiempo buscando nuevos ambientes, con el afán de “sacarle un pez” con mosca a ese insólito lugar. Para muchos de estos raros personajes, más allá del valor deportivo o del tamaño y la cantidad de peces, plantearse estos desafíos como objetivos, cubren la cuota de placer necesaria que se busca en esta técnica de pesca.
Apuntar a estos ambientes requiere un análisis previo, especialmente de su geografía, estar atento a la época del año, las condiciones climáticas, calidad del agua, y otros factores que también hace a las cualidades de un posible pesquero.
Pero por sobre todo, es necesario asumir que los resultados no se vean en primera instancia, lleva su tiempo entender y razonar el hábitat de lo que ahí creemos que puede existir.

En estos ambientes se entiende que no podemos pretender grandes peces, aunque a veces la pesca nos da sorpresas. En tales circunstancias como primera medida es necesario adaptar el equipo proporcionalmente al tamaño de los peces que supuestamente vamos a pescar, con características que nos permitan disfrutar de la captura produciéndole el menor daño posible y tratando de propiciar una “pelea” justa entre el pez y el pescador. La caña puede ser de acción completa, que se flexione en casi toda su longitud, que permita un lanzamiento prolijo donde no es necesaria una importante distancia, pero sí una acertada precisión para ubicar la mosca justo donde pretendemos, y lo más natural posible. Una caña más bien corta dentro de los estándares para la pesca con mosca.
En arroyos pequeños el pescador generalmente pesca sin “meterse” en el agua, las márgenes pueden tener abundante vegetación que dificultan los lances, además no siempre podemos ubicarnos en el punto justo donde creemos favorable para alcanzar el sitio pretendido. Esta caña se complementa, a mi gusto, con una línea de flote y un leader o bajo línea, que supere el largo de la caña. En caso que sea necesario buscar profundidad con la mosca, especialmente lastrada, el largo de este leader permite alcanzar el fondo sin tener que recurrir a otro tipo de líneas con una densidad mayor a la del agua. La caña no pesca por sí sola, a través de esta, la habilidad del mosquero debe otorgarle vida a ese objeto inanimado, comúnmente llamado “mosca”.

La actitud del pescador es muy importante para tener mejores resultados, se debe llegar al arroyo con sigilo, incluso a veces es necesario pescar desde una distancia considerable de la costa, o tratar de hacerlo agazapado, en cuclillas y por que no sentado directamente en el suelo, también aprovechando algún accidente costero o vegetación para ocultarse y teniendo en cuenta que para cambiar de lugar es mejor alejarse de la costa. Debemos también plantearnos sobre qué margen del arroyo vamos a pescar según la posición del sol, pues la proyección de nuestra sombra en el agua nos delata.
La turbidez o transparencia en estos cursos varía notablemente según las lluvias que arrastran sedimentos al cauce. Cuando el agua está muy turbia es un verdadero problema para la pesca con mosca, por que en gran medida la visión del pez es clave en este tipo de pesca, y cuando el agua está muy clara el pescador queda más expuesto y el pez busca mayor protección de sus predadores, especialmente el hombre entre estos. En los días calmos, la superficie del agua refleja como un espejo para nosotros que tenemos un fondo oscuro, y no tanto para el pez que cuando ve hacia arriba tiene un fondo claro. Entender la condición de luz que proponen los distintos horarios del día nos otorga mejores posibilidades de pesca. En estas circunstancias el uso de anteojos polarizados es de notable importancia.
Desconsiderar estas situaciones se tornan adversos sobre la intención de pesca, un pez que perciba la presencia de algo extraño en su entorno y lo interprete de riesgo, no necesariamente escape o cambie de sitio, pero seguramente modifique su conducta.

Viendo su entorno alterado, seguramente adopte una actitud expectante y definitivamente no se alimente, llegando a pasearle la mosca delante de sus ojos y la desprecie aunque simule muy bien su alimento. También debemos saber entender que el pez no se alimenta permanentemente, tiene sus periodos, pero sí es entendible que en un entorno natural donde a veces los recursos pueden ser escasos, los torna oportunistas, y en ese caso un engaño bien “presentado” puede ser determinante para tentar al pez y decida tomarlo. Por el nivel de transparencia que tienen las aguas de estas cuencas generalmente no se alcanzan a ver claramente estas situaciones, y muchas veces nuestro razonamiento más común es de imaginar que no hay peces; tomando los recaudos necesarios y ajustando los detalles se mejoran las posibilidades de demostrar lo contrario.
Particularmente disfruto más de la pesca cuando menos azarosa o casual se torna, muchas veces pescando entramos en un ritmo continuo sin analizar concientemente la situación, suponiendo que simplemente usando otra mosca estamos proponiendo un cambio importante para activar al predador y los resultados siguen sin efecto. Ahí es el momento de tomarse un tiempo, observar detenidamente el ambiente, sacar conjeturas y empezar de nuevo.

El tiempo pescando “nada”, no vuela, así hay que entenderlo y dejarlo que escurra manso, el hecho es estar al lado del agua y la pesca es una excusa perfecta. Podría estar un día entero investigando qué hay debajo de ese manto líquido sin tener un mínimo resultado, con la mente ocupada en develar los misterios que ahí se ocultan, muy lejos de los ritmos cotidianos que las urbes nos imponen.

Un Yaguareté pescando Dorados con mosca......!!
Usted conoció nuestro Jaguar, el tigre americano, que pescaba Dorados con una mosca?
Sí, esto es verdad, lo vi! Y si usted piensa que esto es justo una fantasía o una escondida publicidad o una nueva mentira, yo le contare a UD. La historia:
Muchos años atrás yo vivía en el Alto Paraná y Paraguay.
Un día en otoño, allá en 1973, yo caminaba sobre la costa del río Tembey (alto Paraguay). Eran las 4 de la tarde cuando vi un Jaguar caminando en la jungla cerca de un banco de arena de ese río. Impresionado por esta hermosa especie pintada con mostaza amarilla y negras manchas oceladas, yo no prepare mi fusil.
Me quede observándolo a él cuando comenzaba a tomar agua del río. Este no se inmutó. El Jaguar se sentó sobre la costa del banco, él miró el río un rato y silenciosamente puso la punta de su larga cola, bien marcada por anillos de negro y pelos mostaza, sobre la superficie del agua.
Él comenzó a mover la punta de su cola que parecía una “mosca”, con un movimiento de arriba hacia abajo como engañando, con sus movimientos contra la corriente atrayendo pequeños peces. Después de pocos minutos, levanto suavemente su cola y la lanzaba hacia el agua como si fuese un “roll-cast”, trayéndola con un ondulante movimiento.
Yo no imaginaba que esto fuese así, pero en un momento un gran Dorado se acerco y ataco directamente la punta de la cola. Con la velocidad de un rayo el Jaguar lanzo su mano abierta hacia el Dorado mostrando sus uñas rectas como los colmillos de una serpiente, le dio un cachetazo haciéndolo saltar hacia afuera; luego lo miró y saltó sobre su Dorado que pesaba unos 10 kilos, comió la mitad y la otra parte la tapó entre ramas y hojas para el otro día. El Jaguar se retiro a la sombra de la selva y yo maravillado…
Esta es la historia de un cazador, quien cazó y pescó por más de 42 años, quien hoy sólo se dedica a la pesca del Dorado con mosca.
Mario Battistón, guía & outfitter.

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