En este blog se trata de SEGUIR PESCANDO a través del texto para mantenernos conectados con la pesca. Y el de promover diferentes acciones o actitudes para que podamos SEGUIR PESCANDO a través del tiempo.
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viernes, 4 de marzo de 2011

La Represa Andino

Fabio Baena - Publicado en la revista Ecociencia y Naturaleza Nº20/2010
La Represa Andino del río Carcarañá y su Historia en la Pesca con Mosca Argentina
En los primeros días de febrero se desmoronó la represa de Andino, ubicada sobre el río Carcarañá a unos cuarenta kilómetros de donde descarga sus aguas sobre el río Coronda, al sur de la provincia de Santa Fe. Hoy vemos el río con una fractura menos, se destrabaron cuarenta nuevos kilómetros que los peces podrán recorrer, pudiendo tener una gran implicancia ecológica, recuperándose ambientes perdidos, y dando la posibilidad de repoblamiento de especies migratorias como el dorado.
Este sitio fue de gran importancia para el desarrollo de la pesca con mosca de especies autóctonas, sirviendo como base de experimentaciones de mosqueros pioneros que diseñaron uno de los artificiales más populares para la pesca del dorado, la mosca Andino.

El Dique
La historia nos cuenta que la represa se construyó en 1875, con la intención de elevar la cota del río buscando poner obstáculos al robo de ganado que asolaba la región. Al poco tiempo se agregó la función que mantuvo durante la mayor parte de su vida útil, aprovechando el salto de agua para la generación de energía eléctrica, y guardándose la exclusividad de haber alimentado la primera fábrica de papel en Argentina, desde la que se empieza a emplazar el actual pueblo de Andino.
También la historia cuenta que la empresa usufructuaria de esta represa, junto a las de Lucio V. López (hoy en ruinas) y la de Carcarañá (actualmente en operación), fueron quienes aportaron el capital para la construcción de la Estación Hidrobiológica de Rosario, inaugurada en 1940 a cargo de una dependencia estatal.
Este acuario tenía como uno de sus principales objetivos repoblar con las especies que frecuentaban esas aguas truncadas, debido a que había notorias falencias en las supuestas escalas de peces, incluidas en el diseño de los paredones que limitaban el periódico recorrido de los peces buscando aguas mediterráneas.
La historia más reciente nos pone frente diversos debates, con reclamos formales desde la defensoría del pueblo para habilitar el paso de los peces, y casi al mismo tiempo se analizaba la factibilidad de reacondicionarlas con el fi n de generar energía eléctrica. Incluso existen propuestas para rectificar el cauce del Carcarañá y convertirlo en una vía navegable que pueda acercar granos a puertos de gran calado.



Vamos a la Pesca
Esta represa, desde un punto de vista más recreativo, se ve involucrada en la historia de la pesca con mosca en Argentina, y esto no es poca cosa…
Se podría decir que es uno de los primeros lugares donde se practicó esta especialidad aplicada a especies verdaderamente autóctonas, teniendo en cuenta que el “fly fishing” se desarrolla en el país desde la introducción de salmónidos en la Patagonia.
Esta situación invita a reflexionar sobre qué pasaría en Argentina si no se hubieran importado truchas. ¿Estaría tan desarrollada la pesca con mosca en nuestro país?, ¿pescaríamos dorados con mosca?
Por suerte hoy sabemos disfrutar este arte más allá de las truchas, y esa extensión de la técnica tradicional encontró un fuerte impulso bajo las aguas de la represa de Andino.
Algunos datos sobre pesca con mosca en ríos norteños aparecieron en medios gráficos editados más de treinta años atrás, generados por mosqueros que tenían gran experiencia con salmónidos en la Patagonia. Particularmente estos artículos describían a la pesca con mosca como inapropiada, comparándola con otras técnicas utilizadas para pescar peces autóctonos.
Esas notas motivaron a algunos pescadores rosarinos para experimentar con esta curiosa técnica aplicada en los ambientes locales, donde ya empleaban “señuelos rígidos” en la captura del dorado.
Así, estos noveles mosqueros fueron encontrando nuevos métodos, adaptando equipos y experimentando. Con aciertos y errores se fue descubriendo un arte dentro de otro. La represa de Andino fue un importante “laboratorio de ensayo” debido a la cantidad de dorados que se agrupaban bajo sus aguas, y es ahí donde nació la mosca más popular en la pesca de dorados, la mosca Andino.


“La Andino”.
Esta mosca, diseñada especialmente para la pesca del dorado, tiene una característica especial que la distingue del resto. Si bien todas las “moscas” utilizadas para engañar a estos peces intentan simular un pez en su forma, la Andino le agrega una propiedad que bien le confiere atributos de probada efectividad.
Se podría decir que el secreto está en el diseño de su cabeza, la que produce cambios de presión en el agua, como las que percibe el predador a través de su línea lateral en busca de su presa, y a corta distancia, cuando el predador ya tiene identificada su presa, esa turbulencia “anima” al cuerpo de la mosca, simulando las ondulaciones de un pez nadando.
Este dato es clave si tenemos en cuenta que los peces del Paraná medio e inferior viven en ambientes donde el agua tiene cierta turbidez variable según el clima, las épocas, crecidas, etc. y la vista bajo el agua se limita bastante. Es ahí donde este “sexto sentido” se desarrolla como de vital importancia para sobrevivir en ese medio, y si se trata de engañar los peces en estos ambientes, es muy razonable considerar estas propiedades.



No todo es “pesca con mosca”.
Charlando con mi padre, le comenté que estaba escribiendo una nota sobre las represas del Carcarañá, en ese instante recordó que cuando tenía entre 15 y 20 años de edad, un amigo de su hermano –mi tío- los había invitado a pescar en la represa de “Lucio”, alardeando de su sencillo y eficaz método para atrapar peces, mientras menoscababa los típicos aparejos artesanales que tendían mis congéneres en los muelles del puerto de Rosario. Este buen amigo cazaba peces con horquillas de campo.
Así fue que los muchachos llegaron hasta el lugar mencionado, guiados por este amigo empleado de la subestación generadora de energía eléctrica instalada sobre esa represa, que gracias a su condición laboral accedía a un área restringida.
Este grupo de jóvenes armados de horquillas se acercaron silenciosamente al dique por las márgenes del río. Instalados ahí, rompen la paz del ambiente con tremendo barullo, asustando a los peces acardumados bajo la pared de contención. Desesperados y desorientados los peces huían en cualquier dirección, hasta que algunos alterados atraviesan una compuerta que previamente dejaban abierta.
Conformes ya con una cantidad de peces acorralados, se bajaba la compuerta para comenzar la segunda etapa del trabajo.
Un cardumen heterogéneo en forma y tamaño quedaba atrapado en ese piletón, ahora se debía apuntar a la presa de interés que no era tarea fácil. Esa mañana, dos sábalos murieron como muestra de esa curiosa pesca. Se levantó la compuerta y los peces regresaron al cauce con prisa, entre ellos un dorado daba tremendos saltos buscando su libertad. Ni quiero imaginar los que deberían quedar heridos por erróneos ensartes de las afiladas puntas de acero.
Sólo capturaron lo que necesitaban para un almuerzo a la vera del río, mientras las anécdotas con cierta picardía fantasiosa se escapaban de cada uno de esos jóvenes curiosos en búsqueda de nuevas experiencias.
Así como ésta, cuántas anécdotas solemos escuchar de personas mayores que vivieron esas épocas en algún tipo de relación con nuestros ríos, donde las cantidades y tamaños de los peces suenan exageradas en estos días, incluso de especies que ya no vemos. Cuesta creer que menos de cincuenta años fueron suficientes para que adoptemos esas anécdotas como fantásticas leyendas. Cincuenta años no es nada en la vida de estos ríos, es triste imaginar que fueron suficientes para herirlos de tal manera sin custodia alguna.

Texto: Fabio Baena - Publicado en la revista Ecociencia y Naturaleza Nº20/2010

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