En este blog se trata de SEGUIR PESCANDO a través del texto para mantenernos conectados con la pesca. Y el de promover diferentes acciones o actitudes para que podamos SEGUIR PESCANDO a través del tiempo.
Aquí encontré la forma de agrupar y compartir algunos textos publicados en diferentes medios donde tomé participación, con el solo interés de difundir mis experiencias y opiniones.
Espero continuar agregando notas que puedan tener interés en los lectores que quieran SEGUIR PESCANDO.

jueves, 31 de enero de 2013

TARUCHAS A BORDO


Ufff… En que me metí, que puedo versar de la Tarucha con tanto que hay publicado… pez postergado si lo hay, de aire milenario y reciente conquista… y me pregunto si no entran al pelotero para reemplazar los verdaderos bufones que supieron animar los cumples… Algo así como… ¡y bué, e´ lo que hay!!. Mejor me planto acá, pretendo hacer una nota ingenua.
Tarucha rosarina, Tararira porteña, Dentudo santafecino, Soco santiagueño, Traira verdeamarela, Moncholo colombiano, entre otros… del Guaraní Pirá ñaró (Pira = Pez / Ñaró = Peleador, feroz).
Hoplias malabaricus para hablar del mismo pez… Hoplias del griego, hoplon = arma.

Historigrama
Este pez fue la primer meta de trascendencia en mis orígenes de pescador, no sé, estimo unos 10 años de edad… llegaba de la escuela, tiraba el guardapolvo y almorzaba casi de pié, bolsita bartulera de lona vaquero, lata de arvejas y cuchillito de cocina para puntear la parcelita lombricera… en bici o a pata al Ramallo. Primero había que mojarrear para encarnar… y hacía falta cierta ceremonia para alcanzar el playito de la costa del frente, limpiar el piso, emprolijar el tendido de la piola y despejar el perímetro para hacer helicóptero sobre el mate, clave, coordinar el punto de suelta con el ángulo de la parábola…. Fiiiiuuuuu… plaf!!! y volando con el hilo a cuesta salió una tapita de vino llena de plomo. Recuerdo que una tarde me corrieron por el seco un par de taruchas… anécdota que no se aburre de contar mi viejo en las reuniones familiares, más que nada porque esa historia se arma cuando volvíamos del arroyo barriendo el piso con la cola de los pescados, y el entusiasmo precoz adelanta en el relato al menor de la bandita con su gracioso lenguaje prematuro, y una dramática perspectiva desde su estatura, como para no fabularizarlo… Resulta que al recoger mi aparejo tenía enganchada una tarucha en cada anzuelo de la brazolada doble, mi porte no daba para izarlas, me crucé la cincha sobre el lomo y empecé a remolcarlas mientras saltaban y zigzagueaban sobre el pasto… remonté la pendiente lo mas que pude mientras la manada intentaba liberarme de los captores garroteando la persecución… una imagen de la edad de piedra en la cabeza del gurrumín.
Ya con pelos bajo la nariz, por segunda vez los “Hoplitas” fueron quienes me arrimaron al borde del agua como en las Termópilas, cuando renací orientando mis nuevas metas, antes revoleando plomos, ahora revoleando plumas…
Si bien mi primer pez con mosca fue un dorado, atrapado con equipo prestado, debuté con mis propias artes molestando las taruchas del bañado en la AMR (Aº. Seco), cada diez ¡¡¡ooossooo!!!, lograba tocar una, que manera de joderlas…
Verdaderamente invito a introducirse al mundo del tiro y traigo a través de este producto del humedal. No exige destrezas en el chanchullo del arte, nada de equipos exquisitos ni elegantes, ni moscas embrollosas de engendrar… Sin embargo requiere de sus carambolas para embocarlas y eso le aporta gancho al juego.

Bioloverso…
Este pescadito es fácil imaginarlo como fauna del paleozoico, parece un Celacanto de agua dulce. Como si fuera un sobreviviente de la prehistoria… Esa fisonomía responde a las mutaciones de evolución que supo adoptar, adaptándose a los bajíos donde se arroga la jerarquía de máximo predador entre los peces. Y acá me atrevo a honorificarla como “PEZ SIMBOLO DEL HUMEDAL”… siendo una de las especies más populares que supo quedarse para burlar y dominar las condiciones inestables de estos ecosistemas.
Aprendió a vivir en ambientes Hipóxicos (condición en la cual la cantidad de oxigeno está por debajo de lo normal), sabiendo ubicarse donde la competencia por el morfi le da casi una exclusividad. Wikipedia tira un concepto que se copia y recopia en muchas páginas de pesca y eso ya es suficiente para “creérselo”… dice más o menos que este pez está adaptado a respirar aire sacando la aleta dorsal fuera del agua “provocando un intercambio gaseoso por difusión”… Guau!, suena creíble por lo curioso y así, a veces quedan los conceptos popularizados… existen peces de respiración mixta (agua/aire), sin embargo no recuerdo ver aletas velíferas venteando aire, y esto me invita a seguir investigando... Claro, lo que encuentro es complejo de entender para mí y más aun para explicarlo, basándome en bibliografía (Rev. EcoLogica) y webes varias que estimo confiables, deduzco en lo concreto que contradicen al Wiki, siendo que la Tarucha tiene respiración acuática exclusiva, y para esto logró un bajo y eficiente metabolismo con alta capacidad anaeróbica, optimizando varios de sus órganos (respiratorios, nerviosos) para obtener energía. Estas mismas cualidades también les permiten pasar el invierno puesto que no migra como muchos de los peces que acostumbramos pescar.

Si de un hoplon se trata, el huesito de la foto deja huellas evidentes. Es una hemimandibula de Tarucha apoyada sobre una bota de goma talle 45. Para limpiar sospechas podría acreditarlo según:
Biología Acuática Nº8. Estudio de la dentición de peces caracoideos de la República Argentina – Amalia Miquelarena (Instituto de Limnología “Dr. Raul A. Ringuelet. UNLP – CONICET).
“Fig. 26.h. Hoplias malabaricus. Hemimandibula izquierda, vista externa.
“Con respecto a este género, podemos afirmar que en los ejemplares adultos la dentición es algo variable.”
Se deduce, por la escala indicada en el grafico, que representa una hemimandibula menor a los 3cm, ilustrando un ejemplar bastante joven. En cambio, la fotografía, que no podemos confirmar si es vista interior derecha o exterior izquierda, determina aproximadamente que mide unos 10 o 12cm, tratándose de un ejemplar bien adulto. (foto: Guarú del Río).

Pescología…
Y bue, vamos a la pesca que para verseo está lo previo, y por qué no lo que sigue… Lo concreto es que me largué a escribir de este pez a partir del “Tercer tipo de encuentro cercano”, ahora montado desde un kayak... Digamos que kayak y Tarucha se llevan bien… Justamente porque este Ñaró habita sectores bajos y de poca correntada, singularidad para mantener una posición de pesca flotando. Y hasta a veces la pesca es una coartada para hacer exploraciones kayakisticas que tienen un condimento adobado de aventura.


Las ventajas de este tipo de nave privilegian el acceso a sitios truncados para medios motorizados y sufribles para montaracear paso a paso. Sin confines en los esteros, se puede sirgar el kayak por el seco para atacar aguas cerradas, que se alimentan cuando el río crece (característica fundamental de los humedales). Bordear arroyos márgenes por márgenes, perimetrar lagunas sin límites a la playitud, atravesar o pescar la vegetación acuática, evitar empotrar las patas en el barro para no maltratar al animal, por ejemplo cuando algunos pescadores por no encastrarse las arrastran de ida y revolean de vuelta… también si te jode el viento, paribles para revolear ratones, se puede buscar la margen más oportuna…
Pescar desde un kayak permite acercarse a los ambientes bajos en todas sus magnitudes, no solo para pescar desde el agua, sino que también se alcanzan márgenes para desembarcar y darle a pata.
El equipo que elijo y dispongo especialmente, caña 6 con línea de flote, punta en monofilamento del largo de la caña, repartido en tres diámetros hasta un 0,30 más o menos, y cablecito de acero en 20lb con snap por que me gusta boludiar cambiando moscas… sin ningún tipo de particularidad, no soy para nada marquero y me joden los tecnicismos o las sutilezas que no cambian en nada el fin, acá la pesca con mosca pasa por otra cosa y no deja de serlo.
Sobre la técnica no hay cosas raras, las explayo en dos situaciones geométricamente distintas, una circular y la otra lineal…


- Pescar al vacío de una vegetación…
Con esta postura se dispone de un perímetro cercano a los 360º, plantar el kayak entre las plantas para abarcar un gran horizonte… recomiendo una maniobra de casteo que no viene mal ensayar fuera de las obligadas, tratando de cubrir varios frentes agrandando el abanico apenas girando el torso, habilitando también los laterales sin rotar los hombros.
Se palpea un rodeo completo antes de mudar la avanzada rastreando los albergues donde se agrupan, como muchas veces pasa que tienden a colonizar territorios acotados dentro de un vasto contorno anegado.
La vegetación típica como yuyedal, no muy densa pero anclada al fondo, ofrece plenos sugerentes… “hagan sus apuestas” a cada celda que acá no se pierde nada, hasta que salte la banca con una explosión que asusta… la refriega puede ponerse fastidiosa cuando el pez queda enraizado bajo la espesura subacuática… aliviable desde el kayak que se arrima amable para desenmarañar la línea sin chapotear tanto.
- Pescar bordes de transición tierra/agua…
En esta coyuntura tenemos dos soportes para elegir, caminar o remar. Arranco desde tierra para pescar la margen desde tu margen, se puede mojarrear a punta de vara cada ensenadita, sin lanzar es bastante aburrido, animoso al solo efecto de pescar vistos, digamos que si la viste, ¿no les bajas una mosquita al hocico?, la otra es paralelear la línea divisoria entre medios, barriendo obstáculos al sesgo irregular como descociendo la costa, ambas opciones condicionadas a un despliegue limitado, y posibles interferencias en la flora terrestre.
Desde el agua, bogar estos espacios marginales nos disponen a mayor dinámica, se puntean siluetas casi como jugando al pan y queso… sin dejar de tocar cada golfito hasta calar un antro, porfiándole firme porque hay más de una.
Subir la mosca al seco suena lindo para explotar mejor las orillas, si se hace un análisis básico, tiene más sentido y efectividad burlarlas desde tierra al agua, mientras paciente espera como tronquito ahogado que algún transeúnte crédulo penetre su dominio de tarascón.

La clavada del Pirá hoplon con la blandura del flai, solo por mi experiencia, son más las erratas que los engarces, la reincidencia ajusta la maña… Dejo que tome sin pincharla, que arrastre unos centímetros tanteando la tensión para despertarle sensación de vida en su boca, respirar hondo y latiguear…
En el video se muestra claro el primer fallido por la sacudida instintiva, a los 36 segundos se ve como hay una nueva tomada y casi se me escapa el chuzaso, impacto clave a dominar, 5 segundos después salió la hincada firme.

Moscas… nada del otro mundo, flotantes, muy muy entretenidas pero con mayores yerros… usarlas aunque sea para jugar al arisco… nadadoras, tira de conejo va como piña, pongas lo que le pongas de collar o cabeza… la contra es que se rompen muy fácil… el craftfur para la pesca con mosca del litoral es como la lombriz… da para todo.

Ya está… a remarla…
Video y Fotos, kayakista Diego Baena… y mías…



domingo, 16 de diciembre de 2012

AmoZonA – Pesca en Bolivia

¿Vas a Bolivia…. y que se pesca ahí???... realmente no suena como un destino de tanzas y anzuelos… ¿En la altura… y que sale en el Titicaca???.
Claro, muy poca gente repara que la cuenca amazónica boliviana ocupa más o menos un 60% del país, y acá se presta a la segunda pifia en simbolizar la Amazonía, cuando la mente chipea una rápida percepción ligada al Brasil… Estas pautas dan pistas a los intrusos pescadores que buscamos rarezas en el rumbo, y porque no con esa mística de jugar a pensarnos como pesquisidores de piezas preciosas.
De todas formas, tampoco estaban tan errados… para dar con ese origen debimos caer desde las frías alturas paceñas, y entrar a los cálidos bajos benianos camino a Rurrenabaque, como punto de acceso al Parque Nacional Madidi que cuenta con casi dos millones de hectáreas protegidas. Algunos expertos sostienen que el Madidi podría ser el área más biodiversa del mundo, acentuada justamente por su diferencia altitudinal que varía entre los 150 y 6000 metros sobre el nivel del mar.
Entre prólogos pre embarque desayunamos en la panadería del Francés, mítico lugar de encuentro matinal para la mixtura turística que deambula por ese portal selvático.



A dos cuadras de las facturas abordamos un curioso bote de 14 metros de eslora, y ahí nomas partimos subiendo el Beni para embocarnos en el magno remonte que nos llevaría a las alturas del Tuichi.
La navegación en sí es una historia aparte. El Puntero sentado en proa propone la traza con la vista concentrada al frente mientras tantea el fondo con la vara de nivel. En popa el motorista lee los manotazos que describen la maniobra desde la delantera, especulando con los 14 metros de tiempo para que la hélice no raye las piedras… Se recorrieron aproximadamente 100 kilómetros para subir unos 400 metros en altura de escalonados pasos, y cuando el calado no alcanza, a bajarse y empujar arrastrando la nave sobre el canto rodado mientras el torrente abate en contra…
Metiéndonos en el verde empecé a descubrir un Amazonas muy distinto al que conocí en el año 2008 del lado brasilero, a pesar de haber pescado en ambas ocasiones sobre tributarios del Madeira. Lo que sobresale en lo comparativo dentro de la misma cuenca, más allá de las características geográficas que definen recónditos escenarios, está rivalizado en la pesca o más bien con las especies sugerentes, aunque en términos generales se podría decir que coinciden bastante salvo las estrellas del arte… El fornido y ornamental Tucunaré, para las extensas llanuras de aguas lentas, con el opulento y acharolado Dorado, para los rápidos murmurantes. Cada rey en su feudo.
Metimos la subida en un día y tres cuarto de otro, haciendo noche en el último “EcoCamp” de instalación permanente que se puede encontrar sobre el Tuichi.
Cualquiera podría no sobrellevar el inacabable río, pero la dinámica en las maniobras y la seducción del paisaje, cautivante desde la esbelta escala, persuade las agujas… Este Amazonas a diferencia del brasilero, curva tras curva obliga a encuadrar un enfoque corto, de perspectivas agudas y elevado punto de fuga… En medio, fauna y flora que pasma…
Desembarcamos en el campamento base con tremenda ansiedad por mojar los primeros garfios embusteros, nos quedaban un par de horas luz para loopear unos casteos y los primeros análisis del verdadero horizonte, donde cada uno descifra la acción desde el rollo que trae encima como pinchador de peces…
Con unas observaciones básicas del guía quedé solo a mi vista y percibí un momento casi de encanto, miré mi entorno y aspiré hondo para almacenar ese trance, soplé con fuerza cambiando el aire y sacudí las manos para despojarme de toda contaminación urbanosocial, la nuez hinchada en la garganta me impide tragar la emotiva humedad que empaña la pupila, ¿cómo puede existir un lugar tan entero de vida?...
Y bueno, hay que pescar también… Órdenes son órdenes, línea de flote, mosca negra chica, casteo agudo a la margen y subirla entre los piedrones remanseros…
Esa vidriosa superficie mostró un par de brillos áureos que pispiaron la mosca, hasta que al fin se animó un Doradín a romper la intriga, arrodillado tendí la mano para alzarlo, y me bendijo en la cara con un coletazo de agua limpia y pura de las cumbres andinas. La luz se fue atenuando como dato para fin de etapa, todos tuvimos acciones comparables con balance alentador para lo que sigue…
Instalados en el campamento, ducha, cena y descanso relajante para arrancar con todas las energías renovadas a la mañana siguiente…
La noche se cubre con el rumor del agua entre las piedras a ritmos continuos de chirridos y croares. Casi entrando al estado alfa, en gradiente distancia crecían picos de estruendos acompañados de destellos instantáneos. Tormenta!!!. Estremecido tenso esperé actuar como si algo fuera a sucumbir y sin lógica de tiempo con el porte impotente colapsé en sueño.
El siringuero reactiva mis sentidos marcando su cadencia entre las melodías del alba, no queda otra que abandonar la madriguera para sondear los hechos, busqué un claro para asomarme al río que suponía crecido y sucio, para mi sorpresa todo estaba igual.

La lluvia serenó los ánimos y demoró el tiempo de arranque… Esta vez navegamos un poco mas respecto al día anterior, en mi incursión a este nuevo enclave, avisté un lugar muy interesante al que debía vadear un brazo del río para accederlo… así empezaron mis desafíos al terreno, adaptando la pisada sobre piedra bola y patinosa, con intrepidez y la confianza de Alex (ÉL GUÍA), pesqué en vadeo hasta con agua sobre la cintura aventajando la estabilidad, la joda era no perder los “fierros” y para eso los ensogué al cinturón flameando en la corriente mientras probaba los lances… francamente no fue una gran pesca que compensara el esfuerzo, pero con el solo hecho de mantenerme semi-imerso en esas aguas, fui más feliz que tapir trompeando el mango.
Casi medio día entretenido con jóvenes Dorados y enérgicas Yatoranas. Las “Yatos” son uno de los tantos Brycon neotropicales (Griego: ebrykon, brykomai = a morder, a roer), se la puede familiarizar con el Pirapitá de la cuenca Del Plata y con la Matrincha de la llanura Amazónica… Se estima que dentro del género, unas 22 especies son identificadas para los ríos Cis-Andinos. En lo que a pesca respecta, es una bestiecita mañosa, a pesar de que en ese ámbito tiene poco contacto con el Homo sapiens; casi ni se mosquea por la mosca, hay que ser meticuloso desde el diseño, casteo, acción e insistencia… pinchaste y bajá la caña, que lleve… deslumbrante por dinámica y obstinada, tuve una situación de pugnar un rato con un Doradin, y a los 10 minutos de haberlo desocupado pinché uno de estos Salmonetes bolivianos, ambos del mismo tamaño como para comparar, confieso que la Yatorana triplico el tiempo de arrime.

Almuerzo corto y remonte en bote buscando una nueva zona, en esta navegación es cuando empezamos a notar el nuevo maquillaje del río, en pocos minutos flotábamos sobre una condensada chocolatada. Bajamos las patas en la potencial zona de pesca sin ver lo que pisábamos en centímetros de agua, diez minutos de pasear moscas y colgué la vara mientras mis cumpas con optimismo insistían, le di la espalda al río para enfrentarme a la espesura con cámara en mano para cazar detalles del verdor, mañana será otro día. Volvimos más temprano a la toldería con la esperanza, según nos decían los conocedores, que así como se amarrona rápido, aclara también.

Al día siguiente la situación no había progresado, peor aún, además se había enfriado, y es lógico sabiendo que chorrea desde las alturas… Era el último día de pesca en vadeo, y para esta realidad se buscan los afluentes que según la región puedan soltar menos sedimentos, se ve que la dispersión de la tormenta fue amplia y no dejó cuenca sin atender, cada chorro bajaba aportaba su color entre pardos ocres y naranjas azafranados… De todos modos hicimos un importante esfuerzo por pescar, agudicé mi intrepidez por acceder a lugares truncos con la esperanza de mover algún distraído, experimenté con bochincheros artefactos dentro de la categoría moscañuelos, que mostraron algunos erróneos y escasos movimientos bajo el agua, más que nada amedrentados por la bulla… jornada para la memoria negativa, solo esperaba el mañana para balsear.
En condiciones hostiles, mi apasionada obsesión no da tregua a la ponderación del día a día, en especial al terminar la jornada cuando la mente se despeja y pone en peso el debe y haber. Entonces empieza el trance de cómo hacer frente a la siguiente salida… caña, líneas, moscas, y en especial que juego plantearle al agua.
En las flotadas están mis esperanzas, es donde me siento más cómodo y seguro, donde más experiencia fui acumulando, y de tantos ensayos algunas huellas de los tropiezos van quedando. Además me cautiva su expectante dinámica que esconde en cada lineada.
Ahí no hay tiempo para las dudas ni ensayos raros, mi teoría consiste en aferrarse a un equipo y apostar al todo o nada, las variables la pone el pescador con sus maniobras.
Cada noche en la silenciosa soledad de la carpa me sentaba al filo del catre y tiraba al suelo todo el mosquerío, con la linternita en la frente armaba una minuciosa selección separándolas por rango de posibilidades que pudieran tener para mojarse… Más de ciento cincuenta moscas es una barbaridad, tal vez con diez o veinte moscas hubiera alcanzado, no creo haber usado más que eso… ¿pero quién es capaz de asumir esa cantidad antes de partir a un lugar casi inhóspito?. Del desparramo levantaba una docena de moscas que para combatir la duda del día a día.
Antes de arrancar la bajada, se mandan los bultos gruesos al bote pilchero que parte para armar la primera ranchada de marcha. A mano solo queda un menaje de oficio para subir al Catarraft.

El agua otra vez sin modificar su tintura, no sé por qué esperaba cada mañana encontrarla lavada, como si la limpieza fuera acción de la noche. Esto va a ser agotador pero el optimismo se renueva por el solo hecho de variar la táctica para encontrar los peces…
Una mañana entera de zumbar líneas, y nada… Decidí salir al agua con una mosca más corpulenta a lo recomendado, 100% negra, cabeza andino original en ciervo, y cola firuletera en pluma de ñandú, cacheteando casi metro a metro la rivera… Tanto machacar, una agraciada yatorana compensó el obstinamiento. Retomo el meta y ponga, ahora con indicios de resultados, y entrándole a la cabeza de un tronco semi hundido, tuve un impetuoso sacudón, carrera al medio en profundidad pinchando el agua con la punta de la vara… pim! la línea quedó suelta… zafó la bestiecita, mosca intacta pero el anzuelo partido, Pacusazo debe haber sido, ¿cómo se habrá ubicado en la mandíbula del pez, para guillotinar un 4/0 sin uso?. Ventaja de las moscas tubo, cambio de anzuelo y al ruedo de nuevo el mismo plumerío con el creciente ánimo de que había arrancado el juego. Con esta ficción llegamos a la primera base móvil.

Quinta etapa y otra vez a los Catas con mejoras en el tono aguachento, que claro, el limo en suspensión venía desde las alturas y nosotros también, lo que hacía moroso el proceso de decantación. Decidí ahora modificar el cimbel viendo que el río daba más chances a los ojos, combinando siempre con el tortazo incitador… Desembolsé una obediente “NoNeim” acoplándole un gancho tarponero rompiendo proporciones de manuales ortodoxos, como complemento una bolita pacusera enhebrada en el cable de acero que amplíe el efecto impacto… y ya con esto, los lores del flaifiyin me destierran…
Golpe a golpe, brazo a brazo, se hace río al castear…
En pozo costero, antes de entrar al rápido, castigo de un plumazo el plano liso mientras abandono la mosca en naufragio por unos segundos, Fuuaaa!!! violenta frenada me impide repetir el cotidiano sincronismo, Tritón se quedó bancando el pinchazo dentro de su trono y nosotros bajábamos chupados por el torrente… al tironeo se largó en bajada llevando línea a la rastra, fue el momento de plantar la balsa y empezar la puja… por fin un buen sabandija, aun sin verlo no quedaban dudas que era un pacú del Tuichi, de la especie Colossoma (Griego: kolos = corto, truncado; soma = cuerpo).
Salté de la balsa chapoteando el barro, mi primer colosso tuichano era todo un evento… foto festejo, relajo de emoción y a seguir remando.
Si antes aludí a las Yatoranas como un animal potente, es porque a hasta ahora no había lidiado con Platón, de por sí más grandes lo que hace cambiar la escala del dinamómetro, pero al solo observar su facha morruda y compacta, equipado con un abanico de popa capaz de empuja hasta en el barro, sumadas las velas de pecho y vientre que le aumenta la capacidad de treta… con eso arma la combinación justa de un pez codiciado para la pesca sport desde cualquier flaiyop del mundo. Desde mi burdo linaje, disparo a estimar que estamos enfrentando a unos de los 10 de arriba en la pesca con mosca…

Este bichito contribuyó a cambiar la historia, se afirmó una esperanza que renovaba las voluntades… A minutos de embarcar después del almuerzo, suceso comparable, pozo en cabeza de corredera, mosca al golpe y caña en alto para que no se chupe la línea… pumba la bestia!!!... Caímos al chupón como domando el toro mecánico, al giro de butaca quedé mirando la traza tensa en la retaguardia mientras Alex lidiaba con el rafting, la línea se dispara a la superficie y se despega del agua un tremendo pacú casi un metro por el aire, tortazo en la turbulencia cerca del palerío que apila la margen, apreté los parpados y que pase lo que pase… y pasó!!… foto y a seguirla que esto se está poniendo bueno… Ya con sombras en ambas orillas, saliendo de un curvón cuando el agua se reposa apareció un tercer discóbolo… Jornada satisfactoria… Venía tan mal que esto envolvía los padeceres del arranque. Desembarco al tiendaje pensando en el último descenso que venía en ascenso.


Arrancamos el día final con esa alegre tristeza de haber cultivado el apego a la buena gente, las relaciones que superan la pesca y la intimidad asumida con extraños que en días pasan a ser cómplices en una parte de tu vida. Son trances difíciles de olvidar.
Y bueno, hay que pescar… A medida que bajábamos el río se va flanqueando de márgenes empinadas y cascotones desbarrancados, impresionante atravesar esos espacios de inmenso misterio, magnificados por la tenue luz que empareja los colores y apaga los rumores… hasta da un poco de miedito las reverberancias emitidas por un ave solitaria, y las oscuras profundidades que puedan hospedar algún Tuichito.
En estos enclaves tuve la bendición de tener un par de peces en pugna, el primero, apenas entramos al manso, con un par de lances pudimos estimular la actividad predatoria, pero algo debemos haber hecho mal para no acertar el pique. La balsa sigue y el lugar queda, hacia atrás metí una mosca con lo máximo de mi alcance, soltando línea en la retirada pude mantenerla remoloneando mientras buscaba hondura, como desde el abismo sentí un tremendo arrebato de línea, Alex trató de mantener la balsa a remo y el redondo ricotero se nos vino encima con mucha línea inmersa, tin! fuiste… el gordo cortó sin forcejeos, como si hubiera frotado un canto de fosa.
Casi calco al anterior, agravado por que esta vez vimos las colas al aire y eso te lleva a la impericia por la excitación que genera… mamita, que obscenidad!!!… pude acertar un tiro de pique que no falló… linda bichaza, vamos a jugar que era nena… caímos sobre una margen donde pude saltar hasta un piedrón, ya casi a mano y en apariencia amansada, de panza al suelo Alex quiso asirla de la cola estirando sus brazos al máximo, pero la bestiecita tenía reservadas unas fibras de potencia y un tamaño peduncular difícil de calzar, cabezazo y a seguir mostrando impúdicas colas… Son cosas que pasan al trabajar con Sansón, tienen con qué zafar y por eso se cotizan tanto… Anécdota para la historia, según las tradiciones, pez tocado, pez contado.

En medio del pacuserío se mostraron algunas yatoranas y dorados, no tan grandes y recios como tal vez hubiéramos esperado, y curiosamente apostados en microambientes donde según las especulaciones piscatorias no eran las preferentes, tal vez confiamos demasiado en los papeles para rastrear estos predadores. Optamos por mantener la acción del Pacú que venía dando recompensas y además es demandante de atención, más aun si balanceamos que estos bichos no son tentables en cualquier otro ámbito pescable como puede pasar con el fiero Salminus. (Podría derivar del latín, salmo-onis = diminutivo de salmón).
A poco de llegar a la meta final, tuve la suerte de chapotear otro ratito entre las piedras con un buen Pacú, está vez claramente visto y ejecutado el procedimiento para alcanzarlo, particularmente con el agua clara como nos hubiera gustado que estuviera siempre. Así es la naturaleza y debemos saber entender que estos riesgos existen, sin embargo el plazo de la expedición tiene sus periodos de chances que te pueden hacer colmar las expectativas…
Arribamos al campamento estable, desarmamos equipos, y nos dimos un buen baño relajante, cena y conversación de sobremesa con la gente del EcoCamp, originarios de la comunidad indígena de San José de Uchupiamonas.
A la mañana siguiente bajamos en el bote grande hasta Rurrenabaque, vuelo a La Paz, noche y retorno cada uno a su casita…

El Beni es un destino que quien disfruta de la pesca de excelencia y se regocija mas allá de la caña, no puede privarse de verlo mientras tenga los pies en la tierra. Tal vez para muchos signifique un esfuerzo importante, pero vale la pena intentarlo.

sábado, 19 de mayo de 2012

La Palera… y dale con las invertidas!!!


Apenas arranqué con esto de las moscas, los primeros intentos fueron en arroyos de acceso a pata, sobre todo en sus tramos de suelos fracturados y aguas rápidas que disponían de un dominio acomodado al Dorado…
Recuerdo que mi primera caña fue de fibra de vidrio y mango en goma espumosa, a partir de una buena oferta dispuesta por la Asociación Rosarina que proponía dar estímulo a los iniciados. ¡¡valla si lo hizo!!.
Ahí nomás, con los pesos que rendían poco en época cambiaria jodida, rejunté buena parte de mi equipo portuario y de mar para salir a la calle con el atadito al hombro buscando un nuevo destino… llevaba una vara importada de tres metros sesenta para lance, equipada con su cacerola en tambores de aluminio para competición, y también un malacate rotativo con caña maciza de roldana en la punta para embarque. Artillería bien pesada. Con esto estaba dispuesto a abandonar un estilo conformista y estático.
Así logré el canje en un comercio multirrubro pesqueril, haciéndome de una línea y reel económico que vistiera mi nueva hijita adoptada, más algunos materiales de atado que sirvieron para engendrar mis primeras moscas típicas para Dorado… Concretamente, me afanaron en el trueque, pero me fui feliz y contento de haber completado la metamorfosis.
Listo para encarar esos arroyos, con un doradito por finde y a veces nada, fue suficiente para contraer la fiebre del oro. Ese fervor embriagante por saber más del virus me llevó a cambiar un estilo de vida, a ocupar mas el mate cuando estoy lejos del agua que cuando estoy cerca. Y acá empezaron los problemas… que sin solución no hubieran sido problemas.
Sin dudas, las habilidades físicas en esas tierras disponen de límites que a cada uno le va ajustando las medidas del campo pesca. Mi condición corporal me marginaba a las márgenes casi sin mojarme “la pata”… paradojeando el dicho popular, “para pescar hay que mojarse las patas”, y mi duelo mecánico buscó alzarse ante la lógica de arrimarse al bicho.
Por el contrario, si yo no puedo alcanzar al escamoso paso a paso, de alguna forma llegaré a él… eso me fue llevando a ajustar el equipo, amaestrar la distancia en el lance, o estirar el zoom desde un punto fijo y ampliar el ángulo de enfoque, y especialmente a presionar el ingenio para esbozar las primeras moscas que requerían de una característica distinguible a mi demandante “capacidad diferente” (Que término mas ridículo, por no decir pelotudo, quien no tiene sus capacidades diferentes, desde Messi a cualquier persona que nos rodea tendrá alguna capacidad que lo diferencia)… Lo cierto es que con moscas “convencionales” dejaba el culerio de alambres en cada piedra donde arriesgaba un poco más el tirito… El límite me obligaba a buscar largas metas; y a mayor línea fuera del reel, mayor riesgo de anclar en piedra, a distancias fuleras de recuperar la mosca para seguir pescando, seguro, no quedaba otra que ir al corte y bancarse la tanda de armar a las puteadas un nuevo fin de línea.
Y así, casi desde los inicios, machaqué sobre la morsita cada espira de hilo manijeando una  idea fija. Quién diría que a partir de la monopedestación razonaría una mosca… y ahora reparo que los textos me delatan, lo que subo de atado no hacen más que hablar de moscas anti piedras y palos, orientándoles los anzuelos como pulgar en alto.

Mi amigo, el peladito de la Cruz, introdujo al mercado rosarino y a la pesca del Dorado, los exóticos ganchos Matzuo. Simpáticos por su rareza al principio, atractivos por su efecto al final… Este peculiar diseño incita a dedicarle una especial atención como soportamosca.
Uniendo mis conceptos invertidos a la pereza artística, razono las moscas para que simplemente cumplan su asunto de ser atacadas por los peces.
Y este alambre quebrado se juntó con las propuestas del Mauri y del Marce, otro par de amigos estimuladores tempranos, que inspiran emotivamente la pesca de los palos medianos en las claras aguas correntinas… Apuntando a los Salmonardos, y sorprendentes donceles áureos.

Como complemento a la nota de Abril, “A la Pelotita”, no todo es redondito en Scorza. También se da que pinta para darle un rato al forraje, y dejar descansar el revoleo monótono de los caramelitos media hora, que hacen arrebatar a los golosos pacúes, salmones y bogas, como gurises a la piñata.
Con toda esta historia de arrastre me fui rumbeando para bocetar la Palera…
Simple, fiel a mi concepto… Efectiva, lo demostró… Y acá me detengo en una curiosa anécdota que me obliga a poner en juicio el valor de la mosca…
De una revista me piden la imagen de un mosquero capturando un Dorado, porque el redactor especialista en el tema, había abordado el atado de moscas para dorados, con sus justas teorías, análisis y fundamentos, y hasta diseños exclusivos, pero no tenia fotos de dorados en mano… Entonces me pregunto. ¿Hasta cuanto una mosca llega a ser mosca, si no entró nunca a la boca del pez?.
La palera responde a una cuestión básica… evitar atracarse en los palos, así que debe mantener su verticalidad de punta al cielo la mayor parte del tiempo… desde que toca el agua hasta que tantea cada ramita. Lastrada para que inmersa apenas entra al ramerío, dispuesto el peso para cumplir su cometido. Pero, hay que ser sinceró, no existe el gancho que evite un obstáculo al 100%, sino dejaría de ser gancho.
Cuando la mosca da confianza a su natación se agranda la posibilidad de pesca, y meterla en los palos excita la actividad predadora… sino, se puede estar gran parte del día fileteando ramas por fuera, o en la deriva entrante, sacándola antes que acabe en el mejor lugar por miedo a quedar abrochado… y el bicho tiene que estar en su mejor momento o bastante cagado de hambre para salir a buscar esa mosca… Como dice el Marce, primero metela, después que pique, y ahí vemos que se nos ocurre si se arma bardo en el planterío.







El diseño no implica grandes habilidades, materiales extraños, ni técnicas o herramientas complejas… Anzuelo que pinche, lastre que posicione ese anzuelo, más los tres mechones de Craft-fur que den forma básica de pez… No hace falta más nada para tener una mosca que pesca en esos lugares y tipos de aguas; aunque sí le presto especial atención a los colores.
La imitación mas mojarrera arranca de abajo para arriba con el Cream/Sand/Olive; y la mas canibálica es Sand/GoldenYellow/Grey… También en la sintonía monocromática va un patrón todo negro o todo GoldenYellow… Nunca ato una mosca clara con lomo negro, ese contraste la hace ambigua, se muestra clara u oscura…


Después de una buena pesca, lejos del ecléctico mosquetero que se retrata en plena Mesopotamia brindando con bourbon gringo, al tiempo de humear tabaco revolucionario; no hay como homenajearse besuqueando una picuda al filo de los cero grados, mientras un cumpa la relojea deseosa como perrito esperando el hueso…


jueves, 10 de mayo de 2012

Más allá de la pesca

Para que una persona pueda gozar plenamente de la pesca, además de hacerlo por deporte, debe aprender a convertirse en un estudioso de las cadenas alimentarias, de los cursos de agua, trabar amistad con sus márgenes, con los arboles, los pájaros, el medio general y, sobre todo, llegar a ser un verdadero compañero de las aguas donde arroja el sedal. Michael Frome


Ir a pescar no solo significa sacar peces del agua…
No tengo ningún dato estadístico, pero me atrevo a decir que la mayoría de las veces no nos va tan bien como lo esperamos… y obviamente las salidas de pesca cuando no se pesca, se pierden en la memoria porque además no se cuentan.
Seguramente a medida que vamos adquiriendo experiencia tendremos mayor éxito… y esto se relaciona con aprender a elegir el lugar, la época, el método según la especie que buscamos, etc… pero sobre todo aprendemos a enmarcar las expectativas, pudiendo hasta rescatar como una buena excursión de pesca sin haber tocado un solo pez…
Lo importante es estar al lado del agua, ser protagonista, no hay cursos ni manuales que puedan enseñar lo que se aprende hasta en una mala jornada.
La pesca suele ser una excusa para escaparnos un poco del hormigón y soltar las patas para que los tobillos ejerciten pivoteos sobre un piso desparejo, sirve para sopletear los bronquios con aire puro hasta reventar los botones del pecho y guardar fragancias puras bajo la gorra… o jugar a identificar sonidos a ojos cerrados y rastrear el origen, para después cambiar el enfoque de la vista y descubrir detalles entre formas raras…
Dentro de esas expectativas, dejo que la naturaleza me sorprenda… y la pesca es historia.

Los pescadores con mosca, lejos de la reposera y la campanita, somos de peregrinar bordes de agua, con un tránsito lerdo y pausado tenemos una mirada distinta del entorno… somos de relegar sueños a cambio de realidades, para ganarle al amanecer y meternos dentro de esas vaporosas y descansadas luces que el día nos regala por breves instantes… lo bueno dura poco… y arrancar al filo de un arroyo es magnífico.
Contemplar la naturaleza de esta forma, casi olvidando el objetivo, se forma y se acarrea desde atrás, desde adentro. Aludo a la memoria en compartir con mi papá alguna salida de pesca a un par de cuadras de mi casa de infancia, a él no lo atraía mucho la cañita y cada tanto escoltaba mi naciente pasión… Podía estar horas con los ojos clavados en la boyita soldada al pelo de agua mientras conversaba con mi viejo, dice que yo era muy charlatán y él me daba letra inventando palabras para armar un dialogo casero, recuerdo cuando por ejemplo al pez lo llamaba “pichicatrielo”, al caracol “quirsiricol” y la coqueta golondrina, “Balloncina Doblet”, que planeaba rasante al agua para mirarse en el reflejo.


Ahora, apenas un poquito más grande, cuando salimos a pescar con mis amigos a esos lugares donde dejamos miles de huellas, confieso, hago trampa. Sobre todo cuando el pique viene flojo y el día invita a distraerse por fuera del agua… Ahí finjo pescar un rato y voy dando distancia hasta perderme de vista, me despego del borde para atravesar la espesura cerrada y abrir un nuevo mundo… Ya cambia mi postura, el cuello vira unos grados hacia arriba y agudizo la visión periférica, sigilo el tranco perfilando arbustos para conectarme al entorno, una sombra que me opaque, o una hondonada que suavice la silueta, busco algo que me autorice a entreverarme en el paisaje… Paciente paneo custodio en los detalles que asoman del verdor, mientras los sentidos se van naturalizando.
Apunto y disparo reteniendo para siempre una inmortal imagen, mi imagen, la que cada vez que mire me va a recordar las pericias superadas, la tolerancia térmica, postergar la hidratación, asumir los rayones de la enramada en la piel, hasta la de resistir el mosquito que pincha un nudillo de la mano ejecutora. La naturaleza es así, así la disfruto, y ahora la guardo para mí y para contarla desde una cámara básica y sin accesorios… La que viaja como complemento no indispensable en la pesca y por tal no debe transformarse en un contrapeso.
Cuando hablo de un arrastre generacional en mis gustos, debo declarar que en casa paterna siempre hubo peceras y jaulas, hábitos que se fueron perdiendo y directamente desapareciendo, incluso creo que actualmente se acostumbra mucho menos en la generalidad de los hogares la práctica de tener pájaros encalabozados, por el contrario, la facilidad en el manejo del vidrio y el avance tecnológico para mantener los acuarios, ha logrado confinar con mayor facilidad a los peces como ornamentación domestica. Pero esta no es una nota para analizar esa situación.
Esa herencia de cautivar aves me lleva hoy a tratar de encontrarlas en el ambiente natural, para retractarlas a través de la cámara como una manera de apresarlas en mi pantalla sin agredirlas, y complacer esa necesidad humana de acopiar o retener lo que nos atrae.
Por otro lado, tal vez sea una percepción o cambio de mirada a las aves, pero creo que actualmente tengo la suerte de cruzarme más frecuentemente con pájaros que hace tiempo no solía ver. Me permito improvisar desde una simple observación a través del sentido común, entendiendo que hay algunos factores básicos para que esto ocurra, como la pérdida de sus ambientes naturales que los llevan a migrar a otros y sobre todo los concentra en delgadas franjas marginales, en mi caso, aledañas a cursos de agua; como así también esta reducción de espacio los obliga a exhibirse con mayor soltura a riesgo de ser presas, en principios de sus predadores naturales, bastante diezmados también por la misma causa, pero sobre todo, como yo tengo alcance de lente, otros tienen alcance de bala con la torpeza amparada y cómplice de la ignorancia justificada.

Este recreo complementario a la pesca no surge improvisado, me considero un apreciador de la naturaleza, pero atreverme a grabar y mostrar instantes, viene con el impulso estimulante que me llega a través de revistas, blogs, redes sociales, etc… alimentados por el trabajo que hacen muchos profesionales y naturalistas espontáneos.
Un hondo encanto por ello me lleva a jugar como tales, desde mí limitada capacidad para observar y fijar en un clic ese especial talento que definen a través de un cristal, como al manejo técnico y complejo que asume cada uno al adaptar la tecnología, y hacer que la imagen no solo sea una composición, sino un arte. Eso contagia y especialmente agradezco porque lo disfruto, en cierta forma y cargada de disculpas por mi atrevimiento, con humildad redacto esta nota, pero sobre todo es mi homenaje a quienes promueven el lazo entre las personas y el ambiente natural a partir de lo que nos cuentan con sus miradas.

Leyendas de aves (de: Paraná, el pariente del mar. Rosario 1973. Editorial Biblioteca, Departamento de Publicaciones de la Biblioteca Popular C.C. Vigil)
El Paraná es también pródigo en la algazara y trinos de los pájaros. La leyenda cuenta que los duendes amigos del Paraná y el Uruguay quisieron dar a los pájaros un lugar seguro, y entonces las olas comenzaron a amontonar limo hasta formar inmensas islas donde creció la vegetación. Eran las tierras correntinas y entrerrianas, con árboles de frutos dulces para alimento de las aves: el higuerón, el ubajay, el mburucuyá, el aguaribay, el guabiyú, el aguaí, el guayabo. Como en ese tiempo los pájaros no temían a los hombres, los reclamaron; así, de los guacamayos surgieron los hombres, que comenzaron a hablar. El más ambicioso se impuso a los demás duramente, y luego, olvidando los alimentos frutales, comenzó a cazar y a alimentarse de carne. La leyenda afirma que cuando las aves parecen discutir en las bandadas que pueblan las islas del Paraná, es que se reprochan aún haber traído a los hombres a este mundo, y con ellos, su perdición.

“El mundo no muestra nada a unos ojos sin mirada”, de “Solo Dios sabe” versionado tema al español por García y Aznar, del original “God Only Knows", Beach Boys.