¿Vas a Bolivia…. y
que se pesca ahí???... realmente no suena como un destino de tanzas y anzuelos…
¿En la altura… y que sale en el Titicaca???.
Claro, muy poca
gente repara que la cuenca amazónica boliviana ocupa más o menos un 60% del
país, y acá se presta a la segunda pifia en simbolizar la Amazonía, cuando la
mente chipea una rápida percepción ligada al Brasil… Estas pautas dan pistas a
los intrusos pescadores que buscamos rarezas en el rumbo, y porque no con esa
mística de jugar a pensarnos como pesquisidores de piezas preciosas.
De todas formas, tampoco
estaban tan errados… para dar con ese origen debimos caer desde las frías
alturas paceñas, y entrar a los cálidos bajos benianos camino a Rurrenabaque, como
punto de acceso al Parque Nacional Madidi que cuenta con casi dos millones de
hectáreas protegidas. Algunos expertos sostienen que el Madidi podría ser el
área más biodiversa del mundo, acentuada justamente por su diferencia
altitudinal que varía entre los 150 y 6000 metros sobre el nivel del mar.
Entre prólogos pre embarque desayunamos en la
panadería del Francés, mítico lugar de encuentro matinal para la mixtura
turística que deambula por ese portal selvático.
A dos cuadras de
las facturas abordamos un curioso bote de 14 metros de eslora, y ahí nomas partimos
subiendo el Beni para embocarnos en el magno remonte que nos llevaría a las
alturas del Tuichi.
La navegación en sí
es una historia aparte. El Puntero sentado en proa propone la traza con la
vista concentrada al frente mientras tantea el fondo con la vara de nivel. En
popa el motorista lee los manotazos que describen la maniobra desde la
delantera, especulando con los 14 metros de tiempo para que la hélice no raye
las piedras… Se recorrieron aproximadamente 100 kilómetros para subir unos 400
metros en altura de escalonados pasos, y cuando el calado no alcanza, a bajarse
y empujar arrastrando la nave sobre el canto rodado mientras el torrente abate
en contra…
Metiéndonos en el
verde empecé a descubrir un Amazonas muy distinto al que conocí en el año 2008
del lado brasilero, a pesar de haber pescado en ambas ocasiones sobre
tributarios del Madeira. Lo que sobresale en lo comparativo dentro de la misma
cuenca, más allá de las características geográficas que definen recónditos
escenarios, está rivalizado en la pesca o más bien con las especies sugerentes,
aunque en términos generales se podría decir que coinciden bastante salvo las
estrellas del arte… El fornido y ornamental Tucunaré, para las extensas llanuras
de aguas lentas, con el opulento y acharolado Dorado, para los rápidos murmurantes.
Cada rey en su feudo.
Metimos la subida
en un día y tres cuarto de otro, haciendo noche en el último “EcoCamp” de
instalación permanente que se puede encontrar sobre el Tuichi.
Cualquiera podría
no sobrellevar el inacabable río, pero la dinámica en las maniobras y la
seducción del paisaje, cautivante desde la esbelta escala, persuade las agujas…
Este Amazonas a diferencia del brasilero, curva tras curva obliga a encuadrar
un enfoque corto, de perspectivas agudas y elevado punto de fuga… En medio, fauna
y flora que pasma…
Desembarcamos en el
campamento base con tremenda ansiedad por mojar los primeros garfios embusteros,
nos quedaban un par de horas luz para loopear unos casteos y los primeros
análisis del verdadero horizonte, donde cada uno descifra la acción desde el
rollo que trae encima como pinchador de peces…
Con unas observaciones
básicas del guía quedé solo a mi vista y percibí un momento casi de encanto,
miré mi entorno y aspiré hondo para almacenar ese trance, soplé con fuerza cambiando
el aire y sacudí las manos para despojarme de toda contaminación urbanosocial,
la nuez hinchada en la garganta me impide tragar la emotiva humedad que empaña
la pupila, ¿cómo puede existir un lugar tan entero de vida?...
Y bueno, hay que
pescar también… Órdenes son órdenes, línea de flote, mosca negra chica, casteo
agudo a la margen y subirla entre los piedrones remanseros…
Esa vidriosa superficie
mostró un par de brillos áureos que pispiaron la mosca, hasta que al fin se
animó un Doradín a romper la intriga, arrodillado tendí la mano para alzarlo, y
me bendijo en la cara con un coletazo de agua limpia y pura de las cumbres
andinas. La luz se fue atenuando como dato para fin de etapa, todos tuvimos
acciones comparables con balance alentador para lo que sigue…
Instalados en el
campamento, ducha, cena y descanso relajante para arrancar con todas las energías
renovadas a la mañana siguiente…
La noche se cubre
con el rumor del agua entre las piedras a ritmos continuos de chirridos y
croares. Casi entrando al estado alfa, en gradiente distancia crecían picos de
estruendos acompañados de destellos instantáneos. Tormenta!!!. Estremecido
tenso esperé actuar como si algo fuera a sucumbir y sin lógica de tiempo con el
porte impotente colapsé en sueño.
El siringuero
reactiva mis sentidos marcando su cadencia entre las melodías del alba, no
queda otra que abandonar la madriguera para sondear los hechos, busqué un claro
para asomarme al río que suponía crecido y sucio, para mi sorpresa todo estaba
igual.
La lluvia serenó
los ánimos y demoró el tiempo de arranque… Esta vez navegamos un poco mas
respecto al día anterior, en mi incursión a este nuevo enclave, avisté un lugar
muy interesante al que debía vadear un brazo del río para accederlo… así empezaron
mis desafíos al terreno, adaptando la pisada sobre piedra bola y patinosa, con intrepidez
y la confianza de Alex (ÉL GUÍA), pesqué en vadeo hasta con agua sobre la
cintura aventajando la estabilidad, la joda era no perder los “fierros” y para
eso los ensogué al cinturón flameando en la corriente mientras probaba los
lances… francamente no fue una gran pesca que compensara el esfuerzo, pero con el
solo hecho de mantenerme semi-imerso en esas aguas, fui más feliz que tapir trompeando
el mango.
Casi medio día
entretenido con jóvenes Dorados y enérgicas Yatoranas. Las “Yatos” son uno de
los tantos Brycon neotropicales (Griego: ebrykon, brykomai = a
morder, a roer), se la puede familiarizar con el Pirapitá de la
cuenca Del Plata y con la Matrincha de la llanura Amazónica… Se estima que dentro
del género, unas 22 especies son identificadas para los ríos Cis-Andinos. En lo
que a pesca respecta, es una bestiecita mañosa, a pesar de que en ese ámbito
tiene poco contacto con el Homo sapiens;
casi ni se mosquea por la mosca, hay que ser meticuloso desde el diseño,
casteo, acción e insistencia… pinchaste y bajá la caña, que lleve… deslumbrante
por dinámica y obstinada, tuve una situación de pugnar un rato con un Doradin,
y a los 10 minutos de haberlo desocupado pinché uno de estos Salmonetes bolivianos,
ambos del mismo tamaño como para comparar, confieso que la Yatorana triplico el
tiempo de arrime.
Almuerzo
corto y remonte en bote buscando una nueva zona, en esta navegación es cuando
empezamos a notar el nuevo maquillaje del río, en pocos minutos flotábamos sobre
una condensada chocolatada. Bajamos las patas en la potencial zona de pesca sin
ver lo que pisábamos en centímetros de agua, diez minutos de pasear moscas y colgué
la vara mientras mis cumpas con optimismo insistían, le di la espalda al río
para enfrentarme a la espesura con cámara en mano para cazar detalles del
verdor, mañana será otro día. Volvimos más temprano a la toldería con la
esperanza, según nos decían los conocedores, que así como se amarrona rápido,
aclara también.
Al día
siguiente la situación no había progresado, peor aún, además se había enfriado,
y es lógico sabiendo que chorrea desde las alturas… Era el último día de pesca
en vadeo, y para esta realidad se buscan los afluentes que según la región puedan
soltar menos sedimentos, se ve que la dispersión de la tormenta fue amplia y no
dejó cuenca sin atender, cada chorro bajaba aportaba su color entre pardos
ocres y naranjas azafranados… De todos modos hicimos un importante
esfuerzo por pescar, agudicé mi intrepidez por acceder a lugares truncos con la
esperanza de mover algún distraído, experimenté con bochincheros artefactos
dentro de la categoría moscañuelos, que mostraron algunos erróneos y escasos movimientos
bajo el agua, más que nada amedrentados por la bulla… jornada para la memoria
negativa, solo esperaba el mañana para balsear.
En condiciones hostiles,
mi apasionada obsesión no da tregua a la ponderación del día a día, en especial
al terminar la jornada cuando la mente se despeja y pone en peso el debe y
haber. Entonces empieza el trance de cómo hacer frente a la siguiente salida…
caña, líneas, moscas, y en especial que juego plantearle al agua.
En las flotadas están
mis esperanzas, es donde me siento más cómodo y seguro, donde más experiencia
fui acumulando, y de tantos ensayos algunas huellas de los tropiezos van
quedando. Además me cautiva su expectante dinámica que esconde en cada lineada.
Ahí no hay tiempo
para las dudas ni ensayos raros, mi teoría consiste en aferrarse a un equipo y
apostar al todo o nada, las variables la pone el pescador con sus maniobras.
Cada noche en la silenciosa
soledad de la carpa me sentaba al filo del catre y tiraba al suelo todo el mosquerío,
con la linternita en la frente armaba una minuciosa selección separándolas por
rango de posibilidades que pudieran tener para mojarse… Más de ciento cincuenta
moscas es una barbaridad, tal vez con diez o veinte moscas hubiera alcanzado,
no creo haber usado más que eso… ¿pero quién es capaz de asumir esa cantidad
antes de partir a un lugar casi inhóspito?. Del desparramo levantaba una docena
de moscas que para combatir la duda del día a día.
Antes de arrancar
la bajada, se mandan los bultos gruesos al bote pilchero que parte para armar
la primera ranchada de marcha. A mano solo queda un menaje de oficio para subir
al Catarraft.
El agua otra vez
sin modificar su tintura, no sé por qué esperaba cada mañana encontrarla lavada,
como si la limpieza fuera acción de la noche. Esto va a ser agotador pero el
optimismo se renueva por el solo hecho de variar la táctica para encontrar los
peces…
Una mañana entera
de zumbar líneas, y nada… Decidí salir al agua con una mosca más corpulenta a lo
recomendado, 100% negra, cabeza andino original en ciervo, y cola firuletera en
pluma de ñandú, cacheteando casi metro a metro la rivera… Tanto machacar, una
agraciada yatorana compensó el obstinamiento. Retomo el meta y ponga, ahora con
indicios de resultados, y entrándole a la cabeza de un tronco semi hundido,
tuve un impetuoso sacudón, carrera al medio en profundidad pinchando el agua
con la punta de la vara… pim! la línea quedó suelta… zafó la bestiecita, mosca
intacta pero el anzuelo partido, Pacusazo debe haber sido, ¿cómo se habrá
ubicado en la mandíbula del pez, para guillotinar un 4/0 sin uso?. Ventaja de
las moscas tubo, cambio de anzuelo y al ruedo de nuevo el mismo plumerío con el
creciente ánimo de que había arrancado el juego. Con esta ficción llegamos a la
primera base móvil.
Quinta etapa y otra
vez a los Catas con mejoras en el tono aguachento, que claro, el limo en
suspensión venía desde las alturas y nosotros también, lo que hacía moroso el
proceso de decantación. Decidí ahora modificar el cimbel viendo que el río daba
más chances a los ojos, combinando siempre con el tortazo incitador… Desembolsé
una obediente “NoNeim” acoplándole un gancho tarponero rompiendo proporciones
de manuales ortodoxos, como complemento una bolita pacusera enhebrada en el
cable de acero que amplíe el efecto impacto… y ya con esto, los lores del
flaifiyin me destierran…
Golpe a golpe,
brazo a brazo, se hace río al castear…
En pozo costero, antes
de entrar al rápido, castigo de un plumazo el plano liso mientras abandono la
mosca en naufragio por unos segundos, Fuuaaa!!! violenta frenada me impide
repetir el cotidiano sincronismo, Tritón se quedó bancando el pinchazo dentro
de su trono y nosotros bajábamos chupados por el torrente… al tironeo se largó
en bajada llevando línea a la rastra, fue el momento de plantar la balsa y
empezar la puja… por fin un buen sabandija, aun sin verlo no quedaban dudas que
era un pacú del Tuichi, de la especie Colossoma (Griego: kolos = corto,
truncado; soma = cuerpo).
Salté de la balsa
chapoteando el barro, mi primer colosso tuichano era todo un evento… foto
festejo, relajo de emoción y a seguir remando.
Si antes aludí a
las Yatoranas como un animal potente, es porque a hasta ahora no había lidiado
con Platón, de por sí más grandes lo que hace cambiar la escala del dinamómetro,
pero al solo observar su facha morruda y compacta, equipado con un abanico de
popa capaz de empuja hasta en el barro, sumadas las velas de pecho y vientre que
le aumenta la capacidad de treta… con eso arma la combinación justa de un pez
codiciado para la pesca sport desde cualquier flaiyop del mundo. Desde mi burdo
linaje, disparo a estimar que estamos enfrentando a unos de los 10 de arriba en
la pesca con mosca…
Este bichito contribuyó
a cambiar la historia, se afirmó una esperanza que renovaba las voluntades… A
minutos de embarcar después del almuerzo, suceso comparable, pozo en cabeza de
corredera, mosca al golpe y caña en alto para que no se chupe la línea… pumba
la bestia!!!... Caímos al chupón como domando el toro mecánico, al giro de
butaca quedé mirando la traza tensa en la retaguardia mientras Alex lidiaba con
el rafting, la línea se dispara a la superficie y se despega del agua un
tremendo pacú casi un metro por el aire, tortazo en la turbulencia cerca del
palerío que apila la margen, apreté los parpados y que pase lo que pase… y
pasó!!… foto y a seguirla que esto se está poniendo bueno… Ya con sombras en
ambas orillas, saliendo de un curvón cuando el agua se reposa apareció un
tercer discóbolo… Jornada satisfactoria… Venía tan mal que esto envolvía los
padeceres del arranque. Desembarco al tiendaje pensando en el último descenso
que venía en ascenso.
Arrancamos el día
final con esa alegre tristeza de haber cultivado el apego a la buena gente, las
relaciones que superan la pesca y la intimidad asumida con extraños que en días
pasan a ser cómplices en una parte de tu vida. Son trances difíciles de
olvidar.
Y bueno, hay que
pescar… A medida que bajábamos el río se va flanqueando de márgenes empinadas y
cascotones desbarrancados, impresionante atravesar esos espacios de inmenso
misterio, magnificados por la tenue luz que empareja los colores y apaga los
rumores… hasta da un poco de miedito las reverberancias emitidas por un ave
solitaria, y las oscuras profundidades que puedan hospedar algún Tuichito.
En estos enclaves
tuve la bendición de tener un par de peces en pugna, el primero, apenas
entramos al manso, con un par de lances pudimos estimular la actividad
predatoria, pero algo debemos haber hecho mal para no acertar el pique. La
balsa sigue y el lugar queda, hacia atrás metí una mosca con lo máximo de mi
alcance, soltando línea en la retirada pude mantenerla remoloneando mientras
buscaba hondura, como desde el abismo sentí un tremendo arrebato de línea, Alex
trató de mantener la balsa a remo y el redondo ricotero se nos vino encima con
mucha línea inmersa, tin! fuiste… el gordo cortó sin forcejeos, como si hubiera
frotado un canto de fosa.
Casi calco al
anterior, agravado por que esta vez vimos las colas al aire y eso te lleva a la
impericia por la excitación que genera… mamita, que obscenidad!!!… pude acertar
un tiro de pique que no falló… linda bichaza, vamos a jugar que era nena… caímos
sobre una margen donde pude saltar hasta un piedrón, ya casi a mano y en
apariencia amansada, de panza al suelo Alex quiso asirla de la cola estirando
sus brazos al máximo, pero la bestiecita tenía reservadas unas fibras de
potencia y un tamaño peduncular difícil de calzar, cabezazo y a seguir mostrando
impúdicas colas… Son cosas que pasan al trabajar con Sansón, tienen con qué zafar
y por eso se cotizan tanto… Anécdota para la historia, según las tradiciones,
pez tocado, pez contado.
En medio del
pacuserío se mostraron algunas yatoranas y dorados, no tan grandes y recios
como tal vez hubiéramos esperado, y curiosamente apostados en microambientes
donde según las especulaciones piscatorias no eran las preferentes, tal vez confiamos
demasiado en los papeles para rastrear estos predadores. Optamos por mantener
la acción del Pacú que venía dando recompensas y además es demandante de atención,
más aun si balanceamos que estos bichos no son tentables en cualquier otro
ámbito pescable como puede pasar con el fiero Salminus. (Podría derivar del
latín, salmo-onis = diminutivo de salmón).
A poco de llegar a
la meta final, tuve la suerte de chapotear otro ratito entre las piedras con un
buen Pacú, está vez claramente visto y ejecutado el procedimiento para
alcanzarlo, particularmente con el agua clara como nos hubiera gustado que
estuviera siempre. Así es la naturaleza y debemos saber entender que estos
riesgos existen, sin embargo el plazo de la expedición tiene sus periodos de
chances que te pueden hacer colmar las expectativas…
Arribamos al
campamento estable, desarmamos equipos, y nos dimos un buen baño relajante,
cena y conversación de sobremesa con la gente del EcoCamp, originarios de la
comunidad indígena de San José de Uchupiamonas.
A la mañana
siguiente bajamos en el bote grande hasta Rurrenabaque, vuelo a La Paz, noche y
retorno cada uno a su casita…
El
Beni es un destino que quien disfruta de la pesca de excelencia y se regocija mas
allá de la caña, no puede privarse de verlo mientras tenga los pies en la
tierra. Tal vez para muchos signifique un esfuerzo importante, pero vale la
pena intentarlo.