En este blog se trata de SEGUIR PESCANDO a través del texto para mantenernos conectados con la pesca. Y el de promover diferentes acciones o actitudes para que podamos SEGUIR PESCANDO a través del tiempo.
Aquí encontré la forma de agrupar y compartir algunos textos publicados en diferentes medios donde tomé participación, con el solo interés de difundir mis experiencias y opiniones.
Espero continuar agregando notas que puedan tener interés en los lectores que quieran SEGUIR PESCANDO.

domingo, 16 de diciembre de 2012

AmoZonA – Pesca en Bolivia

¿Vas a Bolivia…. y que se pesca ahí???... realmente no suena como un destino de tanzas y anzuelos… ¿En la altura… y que sale en el Titicaca???.
Claro, muy poca gente repara que la cuenca amazónica boliviana ocupa más o menos un 60% del país, y acá se presta a la segunda pifia en simbolizar la Amazonía, cuando la mente chipea una rápida percepción ligada al Brasil… Estas pautas dan pistas a los intrusos pescadores que buscamos rarezas en el rumbo, y porque no con esa mística de jugar a pensarnos como pesquisidores de piezas preciosas.
De todas formas, tampoco estaban tan errados… para dar con ese origen debimos caer desde las frías alturas paceñas, y entrar a los cálidos bajos benianos camino a Rurrenabaque, como punto de acceso al Parque Nacional Madidi que cuenta con casi dos millones de hectáreas protegidas. Algunos expertos sostienen que el Madidi podría ser el área más biodiversa del mundo, acentuada justamente por su diferencia altitudinal que varía entre los 150 y 6000 metros sobre el nivel del mar.
Entre prólogos pre embarque desayunamos en la panadería del Francés, mítico lugar de encuentro matinal para la mixtura turística que deambula por ese portal selvático.



A dos cuadras de las facturas abordamos un curioso bote de 14 metros de eslora, y ahí nomas partimos subiendo el Beni para embocarnos en el magno remonte que nos llevaría a las alturas del Tuichi.
La navegación en sí es una historia aparte. El Puntero sentado en proa propone la traza con la vista concentrada al frente mientras tantea el fondo con la vara de nivel. En popa el motorista lee los manotazos que describen la maniobra desde la delantera, especulando con los 14 metros de tiempo para que la hélice no raye las piedras… Se recorrieron aproximadamente 100 kilómetros para subir unos 400 metros en altura de escalonados pasos, y cuando el calado no alcanza, a bajarse y empujar arrastrando la nave sobre el canto rodado mientras el torrente abate en contra…
Metiéndonos en el verde empecé a descubrir un Amazonas muy distinto al que conocí en el año 2008 del lado brasilero, a pesar de haber pescado en ambas ocasiones sobre tributarios del Madeira. Lo que sobresale en lo comparativo dentro de la misma cuenca, más allá de las características geográficas que definen recónditos escenarios, está rivalizado en la pesca o más bien con las especies sugerentes, aunque en términos generales se podría decir que coinciden bastante salvo las estrellas del arte… El fornido y ornamental Tucunaré, para las extensas llanuras de aguas lentas, con el opulento y acharolado Dorado, para los rápidos murmurantes. Cada rey en su feudo.
Metimos la subida en un día y tres cuarto de otro, haciendo noche en el último “EcoCamp” de instalación permanente que se puede encontrar sobre el Tuichi.
Cualquiera podría no sobrellevar el inacabable río, pero la dinámica en las maniobras y la seducción del paisaje, cautivante desde la esbelta escala, persuade las agujas… Este Amazonas a diferencia del brasilero, curva tras curva obliga a encuadrar un enfoque corto, de perspectivas agudas y elevado punto de fuga… En medio, fauna y flora que pasma…
Desembarcamos en el campamento base con tremenda ansiedad por mojar los primeros garfios embusteros, nos quedaban un par de horas luz para loopear unos casteos y los primeros análisis del verdadero horizonte, donde cada uno descifra la acción desde el rollo que trae encima como pinchador de peces…
Con unas observaciones básicas del guía quedé solo a mi vista y percibí un momento casi de encanto, miré mi entorno y aspiré hondo para almacenar ese trance, soplé con fuerza cambiando el aire y sacudí las manos para despojarme de toda contaminación urbanosocial, la nuez hinchada en la garganta me impide tragar la emotiva humedad que empaña la pupila, ¿cómo puede existir un lugar tan entero de vida?...
Y bueno, hay que pescar también… Órdenes son órdenes, línea de flote, mosca negra chica, casteo agudo a la margen y subirla entre los piedrones remanseros…
Esa vidriosa superficie mostró un par de brillos áureos que pispiaron la mosca, hasta que al fin se animó un Doradín a romper la intriga, arrodillado tendí la mano para alzarlo, y me bendijo en la cara con un coletazo de agua limpia y pura de las cumbres andinas. La luz se fue atenuando como dato para fin de etapa, todos tuvimos acciones comparables con balance alentador para lo que sigue…
Instalados en el campamento, ducha, cena y descanso relajante para arrancar con todas las energías renovadas a la mañana siguiente…
La noche se cubre con el rumor del agua entre las piedras a ritmos continuos de chirridos y croares. Casi entrando al estado alfa, en gradiente distancia crecían picos de estruendos acompañados de destellos instantáneos. Tormenta!!!. Estremecido tenso esperé actuar como si algo fuera a sucumbir y sin lógica de tiempo con el porte impotente colapsé en sueño.
El siringuero reactiva mis sentidos marcando su cadencia entre las melodías del alba, no queda otra que abandonar la madriguera para sondear los hechos, busqué un claro para asomarme al río que suponía crecido y sucio, para mi sorpresa todo estaba igual.

La lluvia serenó los ánimos y demoró el tiempo de arranque… Esta vez navegamos un poco mas respecto al día anterior, en mi incursión a este nuevo enclave, avisté un lugar muy interesante al que debía vadear un brazo del río para accederlo… así empezaron mis desafíos al terreno, adaptando la pisada sobre piedra bola y patinosa, con intrepidez y la confianza de Alex (ÉL GUÍA), pesqué en vadeo hasta con agua sobre la cintura aventajando la estabilidad, la joda era no perder los “fierros” y para eso los ensogué al cinturón flameando en la corriente mientras probaba los lances… francamente no fue una gran pesca que compensara el esfuerzo, pero con el solo hecho de mantenerme semi-imerso en esas aguas, fui más feliz que tapir trompeando el mango.
Casi medio día entretenido con jóvenes Dorados y enérgicas Yatoranas. Las “Yatos” son uno de los tantos Brycon neotropicales (Griego: ebrykon, brykomai = a morder, a roer), se la puede familiarizar con el Pirapitá de la cuenca Del Plata y con la Matrincha de la llanura Amazónica… Se estima que dentro del género, unas 22 especies son identificadas para los ríos Cis-Andinos. En lo que a pesca respecta, es una bestiecita mañosa, a pesar de que en ese ámbito tiene poco contacto con el Homo sapiens; casi ni se mosquea por la mosca, hay que ser meticuloso desde el diseño, casteo, acción e insistencia… pinchaste y bajá la caña, que lleve… deslumbrante por dinámica y obstinada, tuve una situación de pugnar un rato con un Doradin, y a los 10 minutos de haberlo desocupado pinché uno de estos Salmonetes bolivianos, ambos del mismo tamaño como para comparar, confieso que la Yatorana triplico el tiempo de arrime.

Almuerzo corto y remonte en bote buscando una nueva zona, en esta navegación es cuando empezamos a notar el nuevo maquillaje del río, en pocos minutos flotábamos sobre una condensada chocolatada. Bajamos las patas en la potencial zona de pesca sin ver lo que pisábamos en centímetros de agua, diez minutos de pasear moscas y colgué la vara mientras mis cumpas con optimismo insistían, le di la espalda al río para enfrentarme a la espesura con cámara en mano para cazar detalles del verdor, mañana será otro día. Volvimos más temprano a la toldería con la esperanza, según nos decían los conocedores, que así como se amarrona rápido, aclara también.

Al día siguiente la situación no había progresado, peor aún, además se había enfriado, y es lógico sabiendo que chorrea desde las alturas… Era el último día de pesca en vadeo, y para esta realidad se buscan los afluentes que según la región puedan soltar menos sedimentos, se ve que la dispersión de la tormenta fue amplia y no dejó cuenca sin atender, cada chorro bajaba aportaba su color entre pardos ocres y naranjas azafranados… De todos modos hicimos un importante esfuerzo por pescar, agudicé mi intrepidez por acceder a lugares truncos con la esperanza de mover algún distraído, experimenté con bochincheros artefactos dentro de la categoría moscañuelos, que mostraron algunos erróneos y escasos movimientos bajo el agua, más que nada amedrentados por la bulla… jornada para la memoria negativa, solo esperaba el mañana para balsear.
En condiciones hostiles, mi apasionada obsesión no da tregua a la ponderación del día a día, en especial al terminar la jornada cuando la mente se despeja y pone en peso el debe y haber. Entonces empieza el trance de cómo hacer frente a la siguiente salida… caña, líneas, moscas, y en especial que juego plantearle al agua.
En las flotadas están mis esperanzas, es donde me siento más cómodo y seguro, donde más experiencia fui acumulando, y de tantos ensayos algunas huellas de los tropiezos van quedando. Además me cautiva su expectante dinámica que esconde en cada lineada.
Ahí no hay tiempo para las dudas ni ensayos raros, mi teoría consiste en aferrarse a un equipo y apostar al todo o nada, las variables la pone el pescador con sus maniobras.
Cada noche en la silenciosa soledad de la carpa me sentaba al filo del catre y tiraba al suelo todo el mosquerío, con la linternita en la frente armaba una minuciosa selección separándolas por rango de posibilidades que pudieran tener para mojarse… Más de ciento cincuenta moscas es una barbaridad, tal vez con diez o veinte moscas hubiera alcanzado, no creo haber usado más que eso… ¿pero quién es capaz de asumir esa cantidad antes de partir a un lugar casi inhóspito?. Del desparramo levantaba una docena de moscas que para combatir la duda del día a día.
Antes de arrancar la bajada, se mandan los bultos gruesos al bote pilchero que parte para armar la primera ranchada de marcha. A mano solo queda un menaje de oficio para subir al Catarraft.

El agua otra vez sin modificar su tintura, no sé por qué esperaba cada mañana encontrarla lavada, como si la limpieza fuera acción de la noche. Esto va a ser agotador pero el optimismo se renueva por el solo hecho de variar la táctica para encontrar los peces…
Una mañana entera de zumbar líneas, y nada… Decidí salir al agua con una mosca más corpulenta a lo recomendado, 100% negra, cabeza andino original en ciervo, y cola firuletera en pluma de ñandú, cacheteando casi metro a metro la rivera… Tanto machacar, una agraciada yatorana compensó el obstinamiento. Retomo el meta y ponga, ahora con indicios de resultados, y entrándole a la cabeza de un tronco semi hundido, tuve un impetuoso sacudón, carrera al medio en profundidad pinchando el agua con la punta de la vara… pim! la línea quedó suelta… zafó la bestiecita, mosca intacta pero el anzuelo partido, Pacusazo debe haber sido, ¿cómo se habrá ubicado en la mandíbula del pez, para guillotinar un 4/0 sin uso?. Ventaja de las moscas tubo, cambio de anzuelo y al ruedo de nuevo el mismo plumerío con el creciente ánimo de que había arrancado el juego. Con esta ficción llegamos a la primera base móvil.

Quinta etapa y otra vez a los Catas con mejoras en el tono aguachento, que claro, el limo en suspensión venía desde las alturas y nosotros también, lo que hacía moroso el proceso de decantación. Decidí ahora modificar el cimbel viendo que el río daba más chances a los ojos, combinando siempre con el tortazo incitador… Desembolsé una obediente “NoNeim” acoplándole un gancho tarponero rompiendo proporciones de manuales ortodoxos, como complemento una bolita pacusera enhebrada en el cable de acero que amplíe el efecto impacto… y ya con esto, los lores del flaifiyin me destierran…
Golpe a golpe, brazo a brazo, se hace río al castear…
En pozo costero, antes de entrar al rápido, castigo de un plumazo el plano liso mientras abandono la mosca en naufragio por unos segundos, Fuuaaa!!! violenta frenada me impide repetir el cotidiano sincronismo, Tritón se quedó bancando el pinchazo dentro de su trono y nosotros bajábamos chupados por el torrente… al tironeo se largó en bajada llevando línea a la rastra, fue el momento de plantar la balsa y empezar la puja… por fin un buen sabandija, aun sin verlo no quedaban dudas que era un pacú del Tuichi, de la especie Colossoma (Griego: kolos = corto, truncado; soma = cuerpo).
Salté de la balsa chapoteando el barro, mi primer colosso tuichano era todo un evento… foto festejo, relajo de emoción y a seguir remando.
Si antes aludí a las Yatoranas como un animal potente, es porque a hasta ahora no había lidiado con Platón, de por sí más grandes lo que hace cambiar la escala del dinamómetro, pero al solo observar su facha morruda y compacta, equipado con un abanico de popa capaz de empuja hasta en el barro, sumadas las velas de pecho y vientre que le aumenta la capacidad de treta… con eso arma la combinación justa de un pez codiciado para la pesca sport desde cualquier flaiyop del mundo. Desde mi burdo linaje, disparo a estimar que estamos enfrentando a unos de los 10 de arriba en la pesca con mosca…

Este bichito contribuyó a cambiar la historia, se afirmó una esperanza que renovaba las voluntades… A minutos de embarcar después del almuerzo, suceso comparable, pozo en cabeza de corredera, mosca al golpe y caña en alto para que no se chupe la línea… pumba la bestia!!!... Caímos al chupón como domando el toro mecánico, al giro de butaca quedé mirando la traza tensa en la retaguardia mientras Alex lidiaba con el rafting, la línea se dispara a la superficie y se despega del agua un tremendo pacú casi un metro por el aire, tortazo en la turbulencia cerca del palerío que apila la margen, apreté los parpados y que pase lo que pase… y pasó!!… foto y a seguirla que esto se está poniendo bueno… Ya con sombras en ambas orillas, saliendo de un curvón cuando el agua se reposa apareció un tercer discóbolo… Jornada satisfactoria… Venía tan mal que esto envolvía los padeceres del arranque. Desembarco al tiendaje pensando en el último descenso que venía en ascenso.


Arrancamos el día final con esa alegre tristeza de haber cultivado el apego a la buena gente, las relaciones que superan la pesca y la intimidad asumida con extraños que en días pasan a ser cómplices en una parte de tu vida. Son trances difíciles de olvidar.
Y bueno, hay que pescar… A medida que bajábamos el río se va flanqueando de márgenes empinadas y cascotones desbarrancados, impresionante atravesar esos espacios de inmenso misterio, magnificados por la tenue luz que empareja los colores y apaga los rumores… hasta da un poco de miedito las reverberancias emitidas por un ave solitaria, y las oscuras profundidades que puedan hospedar algún Tuichito.
En estos enclaves tuve la bendición de tener un par de peces en pugna, el primero, apenas entramos al manso, con un par de lances pudimos estimular la actividad predatoria, pero algo debemos haber hecho mal para no acertar el pique. La balsa sigue y el lugar queda, hacia atrás metí una mosca con lo máximo de mi alcance, soltando línea en la retirada pude mantenerla remoloneando mientras buscaba hondura, como desde el abismo sentí un tremendo arrebato de línea, Alex trató de mantener la balsa a remo y el redondo ricotero se nos vino encima con mucha línea inmersa, tin! fuiste… el gordo cortó sin forcejeos, como si hubiera frotado un canto de fosa.
Casi calco al anterior, agravado por que esta vez vimos las colas al aire y eso te lleva a la impericia por la excitación que genera… mamita, que obscenidad!!!… pude acertar un tiro de pique que no falló… linda bichaza, vamos a jugar que era nena… caímos sobre una margen donde pude saltar hasta un piedrón, ya casi a mano y en apariencia amansada, de panza al suelo Alex quiso asirla de la cola estirando sus brazos al máximo, pero la bestiecita tenía reservadas unas fibras de potencia y un tamaño peduncular difícil de calzar, cabezazo y a seguir mostrando impúdicas colas… Son cosas que pasan al trabajar con Sansón, tienen con qué zafar y por eso se cotizan tanto… Anécdota para la historia, según las tradiciones, pez tocado, pez contado.

En medio del pacuserío se mostraron algunas yatoranas y dorados, no tan grandes y recios como tal vez hubiéramos esperado, y curiosamente apostados en microambientes donde según las especulaciones piscatorias no eran las preferentes, tal vez confiamos demasiado en los papeles para rastrear estos predadores. Optamos por mantener la acción del Pacú que venía dando recompensas y además es demandante de atención, más aun si balanceamos que estos bichos no son tentables en cualquier otro ámbito pescable como puede pasar con el fiero Salminus. (Podría derivar del latín, salmo-onis = diminutivo de salmón).
A poco de llegar a la meta final, tuve la suerte de chapotear otro ratito entre las piedras con un buen Pacú, está vez claramente visto y ejecutado el procedimiento para alcanzarlo, particularmente con el agua clara como nos hubiera gustado que estuviera siempre. Así es la naturaleza y debemos saber entender que estos riesgos existen, sin embargo el plazo de la expedición tiene sus periodos de chances que te pueden hacer colmar las expectativas…
Arribamos al campamento estable, desarmamos equipos, y nos dimos un buen baño relajante, cena y conversación de sobremesa con la gente del EcoCamp, originarios de la comunidad indígena de San José de Uchupiamonas.
A la mañana siguiente bajamos en el bote grande hasta Rurrenabaque, vuelo a La Paz, noche y retorno cada uno a su casita…

El Beni es un destino que quien disfruta de la pesca de excelencia y se regocija mas allá de la caña, no puede privarse de verlo mientras tenga los pies en la tierra. Tal vez para muchos signifique un esfuerzo importante, pero vale la pena intentarlo.