En este blog se trata de SEGUIR PESCANDO a través del texto para mantenernos conectados con la pesca. Y el de promover diferentes acciones o actitudes para que podamos SEGUIR PESCANDO a través del tiempo.
Aquí encontré la forma de agrupar y compartir algunos textos publicados en diferentes medios donde tomé participación, con el solo interés de difundir mis experiencias y opiniones.
Espero continuar agregando notas que puedan tener interés en los lectores que quieran SEGUIR PESCANDO.

viernes, 16 de marzo de 2012

Pesca con Mosca – Cuento Islero

Publicado en la revista Eco Ciencia & Naturaleza Nº30
Texto: Fabio Baena


La nochecita del viernes es un momento sagrado donde empiezan los preparativos ceremoniosos para la práctica del culto. El yugo no da alternativas, sábado religión.
_ ¿palos o adentro?
_ pinta fulero, adentro
_ a las 5 paso
_ ok
Mensajes de texto como claves definen las pautas, los pormenores están asumidos en la costumbre de repetir el ejercicio pesca. El clima por Internet, parejito. Cada sitio marca agua por la tarde. A pesar de los riesgos, es una variable que da señales para hacer la diferencia.

Nafta y bizcochos tibios, provisión de paso a la guardería náutica, tipo seis de la mañana ya estaban el “ Saba” junto al “ Suru” cortando el espejo acaramelado típico del amanecer estival, a estribor un sol indirecto pinta nubes por detrás del ritmo peinado que aún ilumina el puente.

Mate calentito para pasar el frescor de la navegación, con el motor a marcha pareja en hora y media entraron a la zona planeada… Bastante lejos.
De arranque nomás le hicieron unos tiros a la boca del “Mortadela” que siempre paga. Eso de andar los ríos obliga a mapear la isla bautizando espontáneamente cada sitio como referencia, ese apropio de lugar es parte del código intimo que juega a guardar secretos entre pescadores, y sin dudas que el mismo arroyo se llamará de muchas maneras según pasan las épocas y las gentes…
Y a así nació el Mortadela… En uno de esos días ingratos, cuando ya esta dupla había agotado todas las teorías y quemados los manuales, sin lograr mover ni un cangrejo. De regreso a la urbe, al Suru se le ocurrió tantear una boquita insulsa, anclaron con poca fe y el Saba le dice…
_ Suru, no vale la pena. ¿No ves que el agua no corre? Está mortadela…
Y no va que al primer casteo clava un zapallo cabezón que sorprendió el desprecio de su compadre. Es obvio que abajo pasa algo difícil de entender en superficie.
Lectura de aguas se dice, y es un lenguaje que sólo se aprende bañando plumas. Ese día, como yerra al anca se grabó el nombre del lugar.

Después de embutirle unos tiritos al paladar del Mortadela, siguieron mandándose más adentro pescando cada entrada de agua, excelente jornada, no sé qué pasaba pero era uno de esos días que al Saba se le daban todas…
Cuando al Suru le va mal, se emperra para al menos empardar… ¡¡¡ más pior !!!… pisa la línea, se le enreda en la puntera, cuelga la mosca en los árboles, las cambia veinte veces… al punto tal que el río parece notarlo y menos lo gratifica… Ahhh, pero cuando mete un par de lomudos, casi siempre los más grandes, quién lo para… Le cambia la cara, se habla todo, hace deducciones, da consejos, hasta silba mientras castea y se toma sus tiempos como dando changüí… Uhhhh, pero si hay algo que pone loco al Saba, es cuando prende un pescado y se le escapa un tímido sapucai de voz finita…
_ Iiiipuuu!!!… como si se lo refregara en la geta!!! Se muerde la lengua para no mandarlo a la “punta del palerio”…
_ Jé, lindo bichito!!!  Le dice con los labios para adentro disimulando la bronca…
El entusiasmo los fue llevando a pescar sin noción de tiempo y distancia, cada vez más adentro siguiendo el pique furioso…
Dos o tres escamaditas en cada boca y a moverse que en la próxima seguro venia el grande… Lujo de pesca y no hay que dejarla pasar.
Habían arrancado con nubecitas, esas que el sol venia coloreando, sabían que el pronóstico del tiempo no era bueno y el pique sostenido no era casual, los animales se ponen como locos en la previa, y el hombre, como parte del ecosistema, atrás de ellos.
Se vino nomás después de la siesta, los pesados nubarrones engordaron de azul negruzco aplastándose sobre el aire caliente, como armando capas entre tajos blancos que parecían separar lo polos…

Soplando el norte mantenía a raya la tormenta, mientras seguían revoleando pelos al viento… Pero cada vez con más frecuencia rotando el cuello como tanteando la distancia del temporal… Ya estaban en el baile y no tenían manera de esquivar la gresca, volver los obligaba a clavarse en la maroma…
Un hondo silencio inerte plantó en seco la brisa húmeda y caliente, el aire quedó vacío de vida como si se hubiera trabado el segundero por un instante.
Sin acomodar los petates levaron ancla y buscaron reparo en una ristra de alisos alineados que marcaba una margen firme. Que moje de arriba no es grave, sólo hay que bancarse la soplada. Para amortiguar los embates se incrustaron en un carrizal con proa a la tormenta y sin amarras.
Entró una racha fresca que reconforta al cuero pegajoso, a poco se tornó incomodo y se acurrucaron bajo la borda elongando el cuello para curiosear mientras las gotas pegan y pican donde la ropa no cubre la piel. Duró un rato nomás el aguacero aunque el viento se mantuvo firme bastante tiempo. Agua y Ajo, aguantarse y a joderse… Lo bravo ya pasó pero el río grande se puebla de corderitos inquietos que juegan a ser diablitos del navegante. De cruzarlo ni hablar, estaban jugados con el combustible y a río picado el consumo sube…
Sin dudarlo deciden buscar reparo, no había alternativa a la de hacer noche en la isla. A poco navegar salen de la curva y ya tenían alcance de vista a una arboleda que arma la ranchada.
Bajaron la marcha al acercarse y ese cambio de sonido alerta al islero que se asoma desde el rancho. Un hombre petisón de rasgos erosionados por el clima y el duro trabajo, confiado levanta la mano cediendo su noble amistad.
Arrimando la proa a filo de tierra, el Suru garabatea un salto que le alcanza para surfear el barro, hasta abrazar el sauce. Estira la derecha y se presenta.

_ Buenas tardes buen hombre, Suruberto Pinto mi nombre…
_ Irupelio Flores pa´ lo que guste mandar!!!... Largue la soga amigo… y su gracia??!!...
_ Si, si… Sabalorio Barroso y acá molestando!!!.. Usted sabe, se puso bravo el Paraná…
_ Mi amigo, no diga más nada, en la desgracia no se le niega nada a nadie -dijo Irupelio…
Con la lancha amarrada pudieron ordenar los bártulos y vestirse con ropa seca, que como buenos conocedores del río, siempre llevan un bolsito estanco con trapos y algunas provisiones no perecederas.
El llano del humedal demora en apagar el día, estas últimas luces colorean la brisa fresca y el grito lejano de un chajá corta la armonía. Mientras, Don Irupelio va echando leña para mantener la llama bajo el caldero panzón que chista bravo cuando suelta cada rodaja de manduví…
Y así, bajo la luz tranquila del candil colgado en la cumbrera, se acomodaron los tres para saborear la fritanga, acompañados por un tinto picoso de damajuana sin etiqueta que ayuda a soltar la lengua.
_ Dígame Sabalorio.. Dice Irupelio. Les he visto esos aparejos raros sobre el bote, y también los he visto en otra oportunidad como que revolean una piola… ¿cómo es esa pesca que ustedes hacen?
_ Há!! Sonríe Sabalorio. Se le llama pesca con mosca, y en cierta forma tiene que ver con ese bichito… Resulta que algunos peces comen insectos, y estos son difíciles de poner como carnada, entonces se los imita en forma artificial… Pero nosotros, acá, en nuestro Paraná, tratamos de imitar mojarras, sabalitos y otros peces que se comen los cazadores como el dorado o el machete, por ejemplo… Y uno mismo trata de inventar esos pescaditos con plumas y pelos de otros animales…
_Que raro… ¿Y funciona eso? Frunciendo el seño murmura Irupelio.
_ Según las condiciones del río, la época, y otras yerbas, sí… Pero sobre todo es muy entretenido y nos obliga a estudiar bastante los peces para entenderlos y encontrarlos… - Responde Sabalorio y amplia como previendo otro embate.
_ Nosotros sólo pescamos por entretenimiento, mientras lo hacemos no pensamos en el pez si sirve para comer. Todos van al agua de nuevo. - Y remata entre risitas como haciéndole una broma…
_ Je, je… Si no le sacamos trabajo a usted…
_ No mi amigo, no se equivoque, hace rato que no me dedico a los pescados… a veces y con anzuelo nomás para mí. – Dice Irupelio y continúa…
_ Está difícil la cosa, mucho trabajo y poca recompensa… Además me han pasado cosas fuleras… Ahora recibo unos pesos de cuidar ganado y tengo cajones con abejas.
_ Pero!!… - Se engancha Suruberto… _¿Usted ha pescado mucho por acá???
_ Si, si… y he visto cosas raras… - Le retruca Irupelio…
Los amigos se quedan como esperando que siga la historia y el islero como que entendió el espacio. Respira hondo a boca cerrada y se echa para atrás en la silla, una mano en la cintura y la otra sobre la mesa sosteniendo el vaso…
_ Mire mi amigo, hace rato que ando el río pero nunca vi algo igual, y en realidad no sé si contarlo… - Dice Irupelio…
_ No se achique que ahora nos deja con la espina y no hay pan - Lo apura Suruberto.
_ Esto en confianza y que no salga de la isla, por que después no quiero que la gente me ande tratando de mentiroso - Se cubre Irupelio…
_ Largue entonces Don Irupelio… - Mientras le llena el vaso Sabalorio…
_ Y, bué!... - Arranca Irupelio…
_Hubo un día muy caluroso, muy parecido al de ayer, igualito diría, con tormenta sobre la tarde. La macana que tenia calado un tres tela en la boca de una lagunita acá cerca nomás… La Sirenelia se llamaba, nombre raro, nunca supe de donde había salido… y se secó después de la primera bajante que vino cuando vi eso, nunca más le entró agua…
El asunto es que no podía dejar la red sin revisar, porque si había quedado algo, seguro lo agarraban las Palometas y no sólo arruinaban el pescado, sino que también cortaban los hilos…
A remo y botador llegué a la bolla grande que me costó encontrar… ya sin luz desde esa punta empecé a recorrer la red despacio, raro, los corchos del medio estaban hundidos, el resto flojo y desalineado…
Seguro se cortó de la otra punta, dije… se debe haber enganchado algún raigón.
Levanto los primeros metros y siento un cimbronazo, ahá!!!... -me dije… _hay pescao!!!.. Me suena a algo grande o un cardumen que tira parejo, raro… pero ha de ser fuerte para el revuelo que parecía haber habido…
Varios metros más, sacudones y nada… Cardumen no era, ya hubiera aparecido algún bicho… Un pintao grande o Manguruyú, debe ser…
Me sigo arrimando subiendo malla a la canoa mientras una nube va dejando iluminar a la luna, que mejor que creciente…
Borbollones lentos… pescadazo, me dije… una aleta rara salía del agua, dos… son dos pescados iguales… voy despacio para no ponerlos más nerviosos… se notaba qua estaban cansados por haber tratado de zafar… un resoplido salpicó hacia arriba… ahí me julepié todo… Di un paso atrás y se me bandeó la canoa… _Tranquilo Iru, -me dije a mi mismo…
_¿¿Qué es eso???... -Preparé el bichero por las dudas y se asoma una mano con aletas como pata de Biguá. Así como ahogado pidiendo ayuda. Ahí nomás largué el gancho y manotié la cuchilla… Roló el cuerpo enmallado sobre sí mismo y se asomó una cabeza con ojos de sapo y aleta como cresta… boqueaba con sonido de lamento que me hizo temblar las patas…
Me le arrimé como para puntearlo con la faca, pero algo me pasó por el alma que me parecía estar haciendo algún daño… di vuelta el filo y corté varios hilos que ceñían el cuero del bicharraco… perdí la malla y me quedó la sensación de haber hecho algún bien… A partir de eso, nunca más pesque con redes, pero eso sí, algo raro ha pasado en mi vida… en varias ocasiones he tenido problemas en el agua que como milagros se me han resuelto… Creencia pura…
_ Como cuando me paso lo del Yaguarón- Seguía Irupelio con otras historias y leyendas de apariciones y pesares… Se nota que este hombre ve poca gente, por que cuando engancha una oreja, la gasta…
Suruberto fue el primero que cayó a los cabezazos, y a Sabalorio se le aflojaron las bisagras de los parpados que los estiraba con las cejas. Aunque fue más respetuoso y sincero pidiendo paso para ir a dormir un rato.
Las primeras luces y los pájaros marcan el alba de un cielo que arranca despejado, un motor cansino a lo lejos enseña el trabajo cotidiano.
Afuera, Irupelio fritando tortas mientras Suruberto prepara el mate. Sabalorio se asoma del rancho a los bostezos, un latido continuo en la frente le hace acordar de la damajuana… y las historias se borraron de su mente.
La bruma sobre el agua abre el camino de regreso y el islero monta el zaino para cumplir su rutina de pasar lista al ganado.