En este blog se trata de SEGUIR PESCANDO a través del texto para mantenernos conectados con la pesca. Y el de promover diferentes acciones o actitudes para que podamos SEGUIR PESCANDO a través del tiempo.
Aquí encontré la forma de agrupar y compartir algunos textos publicados en diferentes medios donde tomé participación, con el solo interés de difundir mis experiencias y opiniones.
Espero continuar agregando notas que puedan tener interés en los lectores que quieran SEGUIR PESCANDO.

domingo, 15 de enero de 2012

La Conquista del Oro

Publicado en la revista ECO Ciencia & Naturaleza Nº29
Homenaje a los Adelantados
por Fabio Baena
Fotos retro: Carlos Ingrassia



Mientras me voy acercando a la margen de un río con aguas calidas y un marrón terroso de misteriosa turbidez, se insinúan tímidos indicios de una vida agitada entre presas y predadores. Ahí llevo mi imaginación unos treinta años atrás al sur de la Provincia de Santa Fe y solo siendo testigo de relatos me atrevo a inventar esta historia.
Un amigo, sugiriéndome que lo visite a su comarca del paralelo cuarentidos, me envió de regalo un equipo para pescar con mosca, decía que en el sur, con eso, la pesca está asegurada.
A partir de esto cada vez que salía a probar suerte nunca dejaba de pensar en esa enigmática varita mágica, pero para no llamar la atención guardaba esa rareza enfundada en el baúl de la Renoleta.
 -  Ma sí, yo la armo!!!... Obvio, ese día no había nadie, ni si quiera aparecieron los chicos de la barra… con el agua golpeándome los gemelos, abro surcos en la bruma tempranera que oculta mis desmanes, mientras zumbo la soguita delgada que chasquea el liquido atrás y adelante mío…
Juií…. Juaá…. Juií…., juaá…., juiiiiii… y la mosca desprolija cae en la correntada que se encarga de enderezarla.
Mmbluumm!!!. Erupción de agua que marca un brillo áureo arremolinado como manotazo de Midas, perplejo no tuve respuesta física ni mental, solo sostuve la línea que estalló en seco y eso llevó consigo mi mosca.
Subo a tierra, me siento acurrucado en el pasto húmedo con la cabeza hundida entre los brazos que se apoyan en las rodillas levantadas, la punta de mi varita vibrando agitada señala donde comió el Dorado, y mi mano que la sostiene no para de temblequear...
Desde arriba de la barranca, como recién caído del cielo, se asoma el Barba y me grita.
-         Hey Pichicuí !!!... Que te pasa???...
Giro un cuarto el torso hacia Él, levanto la mirada con una mano apoyada en el gorro Piluso y la otra como quijotada extiende la lanza marcando la meta.
-         Ahí, Ahí, milagro mágico, loco, creer o reventar!!!… poné la pava que subo y te cuento…


Más o menos así es como intuyo que algunos con esperanzas desconfiadas y otros con terca porfía, fueron armando esta historia desde cualquier meandro de margen caminable que se convertía en apuntes del “prueba y error”, repitiendo la experiencia con un mínimo cambio hasta palpar las escamas.
Como punto en común fuera del agua, un atrevido comercio exhibe extrañas herramientas de pesca desconocidas en la región, ahí se descubren entre sí los desvergonzados pescadores que rozando el ridículo hacían cosas raras por los charcos de la zona, plasmando entonces una juntada incubadora de la Asociación que hoy llegó a su enlace de plata. A partir de aquí apunto este dato como hito histórico en la pesca con mosca de peces Argentinos con “Denominación de Origen”, y me apropio de la identidad de ARPeMo (*) como pilar fundamental en la pesca con mosca del Rey que impera sobre las aguas de una maravilla mundial.
Esa búsqueda sistemática para calificar un nuevo estilo, formaliza un mojón cronológico que con el tiempo se puede perder, y en el fondo pienso que es bueno cuando sospecho una larga historia cargada de sucesos. A esta altura se puede enunciar que la pesca con mosca de “NUESTRAS ESPECIES” ya tienen sus fundaciones bajo un piso en permanente expansión, y también se pronostica que queda mucho por construir.
Pero allí, “El manuscrito del Pagos de los Arroyos” plasma hechos testigos que dejan señales concretas en el mundo de la pesca con mosca.



Ayer y Hoy
Voy un poquito más atrás de este arranque simbólico para entender que todo no fue casual, cuando a fines del siglo XIX la historia dice que un tal Francisco Pascasio, a partir de sus expediciones patagónicas, propone la introducción de peces con mayor valor comercial orientados a la “pesca sport”, y nadie duda que para ese fin sus recomendaciones resultaron exitosas, observando que las truchas de por si ya venían con el librito del “fly fishing” bajo la aleta.
Bastante tiempo después la información que recalaba en Rosario se enmarcaba por experiencias sureñas traída en boca de locales. A partir de esto se podría considerar que la base de la pesca con mosca de Dorados parte del rescate de ambientes similares a la Patagonia en cuanto a los modos de la época, caminando márgenes y mojándose las patas. Con el tiempo avanzaron las experiencias, se colonizaron otros ambientes cautivando mas especies, mientras se pergeñaron nuevos artilugios junto a la formación de pescadores que jamás pasaron más allá del Río Colorado. Una evolución en si misma que en cierta forma obliga a romper reglas básicas y desfasadas tradiciones arrastradas del viejo mundo, al punto tal que blandas discusiones dirimen si el método aplicado en tales circunstancias se puede llegar a llamar “fly fishing”, o si quien lo practica se le puede atribuir el dote de “mosquero”.

Observando esto es difícil imaginar lo que se viene en este naciente pasatiempo costumbrista, mientras la vanguardia, sin prejuicios y casi insolentes de la selecta cultura que decreta hasta el lenguaje, proponen un entretenimiento que madura desde la raíz territorial, sin importar con que, sino como, para llegar al único objetivo de seducir al pez con un equipo ingrávido y de inmediata percepción sensorial que nos conecta a ambos por las emociones.
Retomo nuevamente la crónica para destacar y agradecer a los pioneros del método que no solo trajeron la técnica para atrapar el pez, sino que también propusieron hacerlo sin muerte. Tal vez este sea el dato cultural más fuerte y conciente, influenciando quizás en forma impensada sobre todos los métodos de pesca deportiva.
Actualmente esto provoca un proceso lento donde se advierte un progreso que arranca por el impulso de los propios pescadores y las instituciones que los representan, en un segundo orden y cada vez con mayor énfasis toman parte los prestadores de servicios y los medios de comunicación, hasta acá dependientes entre si unos a otros. Sin embargo, a mi entender, falta el estado que actúe sin titubeos en comunión con el resto, desde cualquiera de las áreas que pueda tener injerencia.

 

¿Y la pesca?
En la edición anterior de esta revista escribí sobre la pesca en Cuba como si fuera una de las máximas aspiraciones de un pescador… ¿y ahora que?... Claro, es muy fácil pensar que después de lograr un objetivo como ese nada podía ser igual, sin embargo, a los pocos meses estaba bordeando un pequeño arroyito santafecino como añorando los ochenta, aunque ahora con menos dudas y la certeza que en mi entusiasmo todo sigue siendo igual. No hay forma de poner medida a una pasión.
-         Fabio, venite al arroyito que hay doraditos y hasta metí algunos sábalos… Decía el correo de Mateo, un amigo pescador con quince años de edad y tres en su haber portando cañas de moscas, formando parte del progresismo autóctono con su propia escuela de la orilla local.
-         Loco, estas bromeando???, pescaste sabalitos???...
Van y vienen los correos intercambiando datos hasta que acordamos una visita para pisotear los pastizales.

Por otro lado, algo así como para honrar la técnica y definir reglas de competencia menos injustas, diagnosticamos una pesca minimalista a partir de equipos manufacturados en casa, como alguna vez hicieran los mosqueros creativos que trataban de palear las limitaciones tecnoeconomicas.
Desde el jarrón del living pasó a ser parte del arsenal una vara de mimbre medianamente enderezada y barnizada para repeler el agua, algunos rulitos de alambre fino como pasahilos mas o menos distribuidos siguiendo un esquema típico, y cuatro corchos de Malbec para formar la empuñadura, cierra el conjunto un carrete de descarte que bobina varios metros de línea salvada de otro uso agotado. Más o menos con esta configuración ambos partimos a bordear esas cintas liquidas que se calzan en el terreno, donde a veces la caña se puede apoyar en sus filos sin mojarse.
Difícil como siempre, sino sería aburrido, el agua ponía condiciones a favor de los peces por una lluvia previa que le dio color, aunque la fe pareja y terca a veces compensa. Algunos doraditos desafiaron la flexión del mimbre haciendo valer su bravura, aunque la mayoría no se dejó tocar, ganaron ellos.
Los sábalos estaban complicados, su pesca se hace al cien por ciento visto y esta vez el agua les dio ventajas. Se los debe ninfear adelante del hocico mientras besuquean el fondo, previo estudio de su actitud que no es poca cosa.
Mientras balanceo mi línea a la nada fingiendo pescar, observo a Mateo perseguir un enigma con aguda precisión y obstinada rebeldía, a pura técnica de sofisticada simpleza. Ahí conjugo generaciones y descubro que treinta años atrás pasaba lo mismo, la necesidad por el recreo bien entendido, empeña el tiempo a partir del capital genuino.
El Chango acordeona el aire del camino mientras repaso un día donde el alma se infla de salud. Noche plena en ruta, mensajito en el celu.
-         ¿te esperamos a cenar?.


(*) ARPeMo – Asociación Rosarina de Pesca con Mosca